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JINSOL POV.

Al día siguiente, llegué a The Hills alrededor de las 21:00, cuando una música agradable y sensual tocaba no muy alto, proporcionado el ambiente cálido que buscaba siempre que iba allí. Pasé por algunas parejas que aprovechaban la noche, sin el menor pudor, mientras es atragantaban en los rincones, finalmente llegué al bar y pedí mí ya habitual dosis de whisky.

Miré alrededor buscando un rostro conocido, y después de algún tiempo, cuando no pude encontrarlo, me relajé un poco. Jungeun no debería estar en ese ambiente, porque si lo estuviera, los clientes presentes creerían que estaba libre. Y ella no estaba, porque lo arregle. Muy bien proporcionado.

— Hola, querida.

Me giré y me encontré con Minseo, con una sonrisa un poco forzada.

— Hola.

— Jungeun está en su habitación, si la estás buscando.

— Imagine que estaba allí.  —Respondí, dando un último trago a mi bebida y agradeciendo a la chica del bar que vino a retirar el vaso.

— Jinsol . —Minseo agarró levemente mi brazo, mirándome con más significado de lo normal. La sonrisa forzaba no estaba más en su cara.

— ¿Puedo darte un consejo?

— ¿Sí? —Hablé, un poco sorprendida por la intensidad de su actitud.

— Ten cuidado.

La miré por un tiempo, sin entender muy bien lo que significaba. Como si ella pudiera leer mis pensamientos, completó:

— No lo hagas muy especial.

Todavía no entendía muy bien el motivo de eso, pero aún así sentía la necesidad de defenderme.

— No lo estoy haciendo especial.

— No seas tonta. Es obvio que sí.

— Ella es una buena amiga.

Minseo me observó, sin hablar nada. Después de unos segundos, volviendo de lo que parecía un análisis interno sobre mí, ella volvió a hablar, alejándose enseguida.

— Es un consejo, querida.

Me quedé inmóvil, viéndola caminar lejos de mí, mientras volvía a sonreír para algunos clientes que coqueteaban con ella.

Me quedé pensando en qué ocasión mantener una amistad con una de las chicas de The Hills perjudicaría a alguien. No sería mi caso, ya que realmente me gustaba su compañía. No sería el caso de Jungeun, porque, hasta donde yo sabía, a ella también le gustaba mi compañía, si yo fuera a tomar sus propias palabras como indicación de ello. También no sería el caso de Minseo, porque nada de lo que pasaba entre nosotras obstaculizaba sus negocios.

Caminé hacia las escaleras que daban al pasillo de las habitaciones de las chicas mientras intentaba entender el consejo que Minseo acababa de darme. No sé cuanto todo le afectaba a ella, pero esperaba que no se alejara lo suficiente para que ella sintiera con el derecho de interferir en la relación que Jungeun y yo teníamos ahora. Si ella intentaba hacerlo, tendríamos problemas.

Llegué a la puerta de su habitación y golpeé, esperando una respuesta. Una voz sofocada salió de dentro, pidiéndome que entrara, entonces lo hice.

Jungeun estaba sentada en la cama, con la espalda apoyada en la cabecera, sosteniendo un libro ahora cerrado que identifiqué como siendo el mismo libro que ella estaba leyendo hace algún tiempo. Vestía unos shorts rojos cómodos y un suéter negro, tan grande que parecía pertenecer a alguien tres veces mayor.

𝑴𝒚 𝒔𝒘𝒆𝒆𝒕 𝒑𝒓𝒐𝒔𝒕𝒊𝒕𝒖𝒕𝒆 / 𝑳𝒊𝒑𝒔𝒐𝒖𝒍Donde viven las historias. Descúbrelo ahora