Capítulo 8

437 45 12
                                    

Cerraste la puerta detrás de ti, y había tan solo un pequeño foco alumbrándolos a ambos en ese estrecho lugar, lo suficiente como para ver la engreída sonrisa que Raichi sostenía en sus labios al mirarte desde su posición.

—¿Y?—Dijo él—¿te vas a quedar ahí parado como un cobarde o me vas a confrontar como el guapo macho pecho peludo que eres?—Se burló, inclinándose sobre ti y aprovechando la diferencia de alturas nuevamente a su favor.

—Simplemente estoy contando los siete putos minutos en mi cabeza—Contestaste con un tono irritado.—Estoy concentrado, así que, si me disculpas, me gustaría que cierres tu maldita boca porque estoy tratando de contar—Agregaste agresivamente.

Su sonrisa solamente se ensanchó más al notar lo fácil que fue hacerte enojar. Él tomó un paso más cerca, y tú inconscientemente tomaste otro hacia atrás, soltando un leve insulto por lo bajo al sentir que tu espalda chocaba contra la puerta. Alzaste la cabeza para verlo, y tus nervios aumentaron al ver que colocaba su brazo contra la pared para acercar su cara a la tuya y arrinconarte ahí.

—Aw, ¿estás concentrado? Qué pena—Murmuró él con un claro tono falso de tristeza, su mano libre lentamente yendo hasta tu cintura y aferrándose con fuerza a él.

—¡Hey, no! ¡no me toques ahí!—Chillaste tú con una voz algo aguda. Tus mejillas levemente sonrojándose en vergüenza al escuchar su carcajada y sentir sus dedos apretando con fuerza tu piel. Tu corazón latió rápido luego de notar que, pese a la presión que añadía a tu cintura, seguía siendo gentil contigo, sus ojos atentos en ti.

—¿Qué hay de malo con este lugar, eh?—Preguntó él con una voz juguetona.

Tu cuerpo se contrajo levemente al igual que tus mejillas volvieron a arder en vergüenza, tus latidos aumentando en velocidad y fuerza al sentir que te habían atrapado en algo, lo cual era cierto; tu cintura y tu cuello eran lugares algo sensibles al tacto, y pese a que siempre intentaste ocultarlo, en tu escuela algunos lograron descubrirte.

—Nada, no me toques—Respondiste rápidamente con un claro tono de vergüenza en tus palabras. Raichi lo notó al instante, y parecía casi apropósito la manera en la que su cara bajaba hasta tu cuello para rozar la punta de su nariz y labios contra tu piel, como si ya supiera exactamente dónde molestarte para ponerte en ese estado.

—Es mejor que nos apresuremos, ¿sabes..?—Murmuró contra la piel de tu cuello. Tus manos fueron a parar en sus hombros, intentando débilmente tratar de apartarlo mientras girabas tu cabeza hacia un lado para tratar de evadirlo, cosa que claramente no funcionó y que él aprovechó para continuar en el nuevo espacio que le diste sin querer.—Solo tenemos siete minutos para divertirnos—Agregó con un tono ronco y juguetón. 

Tus labios se entreabrieron levemente al mismo tiempo en que sentías que tu pecho comenzaba a subir y bajar cuando sentiste que una de sus grandes manos iba a parar en tu cadera, sosteniéndote con fuerza mientras que su otra mano bajaba y se deslizaba debajo tu camiseta para acariciar tu cintura.

Te estremeciste al sentir que sus labios plantaban un suave beso en tu piel y sus dedos apretaban tu cintura, aferrándose a ti. Te sentías nerviosa, y tu mente comenzaba a ponerse en blanco cada vez que escuchabas como su respiración se hacía más y más ruidosa conforme las yemas de sus dedos sentían tu piel.

La idea y necesidad de cerrar los ojos y dejarte llevar comenzaba a abrumar tu mente, y no fue hasta que besó nuevamente tu cuello que reaccionaste. Tus ojos se abrieron de golpe, y tus manos fueron a parar a su pecho para apartarlo lejos de ti. 

—¿Sabes qué? Desde hace unos días tengo ganas de tener una pequeña charla contigo—Empezaste tú, luciendo algo molesta y algo aturdida, casi como si trataras de hablar para mantener los pies sobre la tierra y no perderte entre tus sentidos. 

A Escondidas || Yoichi IsagiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora