Capítulo 1

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—Me alegra que aceptaras, ____—Comentó Jinpachi mientras movía su mano luego de que le hayas correspondido el saludo. Suspiraste. 

—Aunque lo rechazara, sé que tú no te rendirías hasta que acepte, así que me ahorro el tiempo—Dijiste tú con desinterés al soltarle la mano. Cerraste el libro que anteriormente leías para darle tu total atención al azabache, cruzándote de piernas en el sofá individual al mismo tiempo en que girabas tu cabeza hacia la derecha para mirarlo.—¿Qué tengo que hacer ahora?—Preguntaste. 

—Deja que yo me encargue de ti—Respondió mientras se levantaba de su sofá—, tú solo relájate y haz lo que te pida hasta que llegue el gran día—Agregó, caminando lentamente hasta la salida con esa sonrisa que conocías bien.

—Dime, Jinpachi, ¿qué es lo que planeas?—Le volviste a preguntar sin girarte. Él detuvo su caminar. 

—A veces me molesta que me conozcas bien—Murmuró antes de girarse.—Hay unas cuantas cositas que tendrás que hacer para volver a esa vida llena de emoción que tú amabas, ____—Avisó al volver hasta la sala, poniéndose enfrente de ti para mirarte con sus ojos vacíos.

—¿"Vida llena de emoción"?—Repetiste tú, cruzándote de brazos para después chasquear la lengua.—Si las mujeres me tratan como si fuese un maldito hombre jugando fútbol no puedo tener una vida llena de emoción—Jinpachi amplió aún más su sonrisa, tomándote por sorpresa. 

—Nadie dijo que jugarías entre mujeres, ____—Aclaró mientras sus manos detrás de su espalda. Te le quedaste viendo, tratando de pensar en algo para decir, y ni bien abriste la boca para hablar, él te interrumpió;—Tampoco será mixto—Te cerró la boca. 

 —¿Y qué va a hacer una chica entre hombres, Ego?—Preguntaste, entrecerrando los ojos. Él se te quedó viendo, respondiéndote con la mirada. Llevaste tus dedos al puente de tu nariz, tratando de asimilar lo que acababas de captar, respirando profundamente mientras cerrabas tus ojos.—Entonces... ¿tendré que fingir que soy una de ellos? 

—Eso mismo—Respondió rápidamente. Se acercó unos pasos hasta ti al notar que no hablarías, sabía bien que te habías quedado sin palabras, o mejor dicho, sentías tanto que no sabías cómo expresarlo.—Emocionante, ¿no?—Preguntó en un susurro.

Te llevaste una mano a la boca, tratando de cubrir la sonrisa de loca que lamentablemente era como un legado de la familia Ego. Solo se te ocurrió asentir con la cabeza. 

—Algo—Respondiste con la voz temblorosa. Jinpachi sonrió gustoso, satisfecho con tu reacción, para después alejarse de ti y volver a caminar con rumbo a la salida.

—Vendré a dejarte algunas cosas que te ayudarán a "cambiar" más tarde—Avisó al llegar a la puerta, abriéndola lentamente.—Nos vemos, ____. 

[...]

—¿¡En serio!?—Exclamó tu mejor amigo cuando terminaste de contarle lo que había sucedido en tu casa la tarde anterior. Tuviste que llevar rápidamente tus manos a su boca, cubriéndola para que no llame más atención de la necesaria, porque ya mucha gente se había girado a verlos por el grito repentino. 

—Grítalo a los cuatro vientos si quieres, idiota—Le murmuraste sarcástica, volviendo a sentarte en tu lugar de la mesa mientras lo soltabas. Te desparramaste en el asiento al sentir que las miradas pasaron de ti, volviendo a lo hacían.—Sí, en serio—Respondiste. 

—No puedo creerlo—Murmuró Daiko, mirando a un punto del suelo con una sonrisa diminuta.—Al fin volverás al fútbol, no sabes cuánto esperé por este día—Dijo, limpiándose lágrimas falsas mientras ponía una mano en su pecho.—¿Recuerdas cuando le pateaste el trasero a esos idiotas de primaria que decían ser mejores que tú?—Preguntó emocionado. Solo lo miraste con el ceño arrugado y una mueca. 

A Escondidas || Yoichi IsagiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora