Tu no, pero tu amiga si 6

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                                                                          Tu no pero tu amiga si 6


Cruce la calle sonriendo, pero pensando en volver y follarle ese culo, y entre en casa satisfecho de que entendiera mi mensaje también.

Las chicas volvieron contentas y parloteando, parecía que a mi hija ya no le dolía tanto la regla, Sandra me saludo también muy contenta y fueron entrando, explicándome que se habían comprado, y otros cuchicheos.

Ellen me miraba sabiendo que ya quedaba menos para comer, y que se fueran, me pareció notar sus pezones algo duros, y Susana discutía en silencio con su madre porque se quería quedar, la pobre también iba falta de polla. Y me miraba de vez en cuando para que le ayudara.

-¿Qué os pasa? ¿Por qué peleáis chicas?- les pregunté acercándome.

-Que se quiere quedar otra noche, si ya me quedé ayer yo para estar con ella. -me explico frustrada su madre.

-Quedaros los días que haga falta, yo encantado, pero tu madre tiene razón. Quiere estar contigo en vuestra casa.- le explique acariciando su pelo.

-Pero si se pone una serie y se duerme. Y yo hablando con Rebeca por teléfono. Para eso me quedo aquí. -me explico, como otra niña consentida.

Me froté la cara, y les dije:

-Yo me he ofrecido, pero es cosa de madre e hija, lo siento-. Les dije apenado.

-Veniros vosotros, te debo unas cuantas cenas y comidas. Y así puedo hacer las tareas de casa más rápido, con estas dos voluntarias.- dijo Sandra, dejándome descolocado.

-Por mi vale, me llevo el portátil y la cartera del curro, y sin problemas. Salvo donde vaya a dormir, claro.- le dije mirándole goloso los pechos.

-En el garaje tenemos un sillón cama muy cómodo, problema resuelto.- dijo Susana, sin hacer caso a mis miradas, ya estaba acostumbrada. Cogieron su cartera, con mi hija detrás, riendo contentas las dos.

Aproveché y le dije a solas a Sandra:

-Me dejas de piedra ¿vas a meter al lobo en tu casa? Que no te vea en pijama o camisón que no respondo.- le dije avisándola.

-¡Jajaja! no, tranquilo que lo sé, además estará Rubén.- me dijo riendo y sacándome la lengua.

La casa de Sandra era mucho más grande, había habitaciones sin amueblar por no tener uso, y dos piscinas, una interior y otra más grande fuera, con pista de tenis y frontón. Me enseñaron el sofá en el garaje, y era una habitación de juegos y cine, de la época en que vivía con ellos Ana, la sobrina de Sandra, cuando estaba en los dos primeros cursos de la universidad, hasta que se fue a vivir con una amiga.

-Que guay, aquí me quedo los días que quieras.- le dije a Sandra que no entraba más de la puerta sabiendo mi cambio hacia ella.

-En principio un par de días, luego ya se irá Rubén, y podemos volver a la tuya, o que vuelva la niña, ya iré a visitaros y quedarme alguna noche. Estas dos al final van a acabar de pareja, algo les noto ya.- me explico ciertamente.

-Puede ser, pero se cambia mucho en esta vida, y a esas edades, ya lo sabes.- le dije abriendo una nevera que solo tenía aguas.

-¡Jajaja! ahora te traeré cervezas, no pongas esa cara.- me dijo al ver mi expresión.

Se giró, y me pareció que levantó un poco su culo antes de empezar a andar, o de las ganas que le tenía me lo imagine.

Las pajarillas siempre iban directas a la piscina interior, y cuando Sandra me dejó 12 latas de cerveza en el suelo, en bikini, dejándome ver sus pechos danzar al agacharse, y me tiró uno de su marido huyendo entre risas, parpadeé, fui a guardar las latas, y me puse el bañador del marica, que casi me quedaba como un semi tanga.

Tu no, pero tu amiga siDonde viven las historias. Descúbrelo ahora