Tu no, pero tu amiga si 9 FINAL

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                                                                     Tu no, pero tu amiga si 9 Final


Sara quedó ko con otro buen polvo, otra vez descargando en su culo. No podía ni hablar, me pegue una ducha y me tumbé admirando su precioso cuerpo joven, desnudo y sudado. No tardé en caer dormido también, sin saber lo preocupadas que estaban mis chicas, interrogando a Sandra que no sabía que explicarles.

La joven comercial se me ofrecía muy en serio, aún en la cafetería desayunando, le di mi número, pero le dije que me avisara con tiempo, o yo a ella en alguna escapada de las mías en moto. Se puso más contenta que unas pascuas, mirándome otra vez golosa, y adulándome entre caricias y besos. Pero en cuanto le mire con cara de vicio se calmó, y dejo de hacerlo.

Nos despedimos besándome muy apasionada, y volví a la ciudad sin querer activar los datos de mi móvil.

En casa no estaban, suspiré aliviado, y me atreví al rato de llegar, con mi cerveza en el poche, a quitar el "modo avión" del móvil. Fue una larga sinfonía de mensajes, llamadas y correos. Los repase por encima, y conteste a los del trabajo. Estos también estaban acostumbrados a que una ruta se me alargara, casi siempre al toparme con alguna mujer. Pero el segundo mensaje de Sandra me hizo reír solo al leerlo:

-Entiendo tu frustración Andrés, tú deseándome, y yo pidiéndote que llenes un botecito. Perdona, no pensé en eso, olvida mi petición, ya encontraré a otro. Pero no me puedes negar que era buena idea, ya que es cierto que la criarías como has hecho con Susana, pero no pensé en "lo otro". Cuando vuelvas, llamame, y vienes a casa a comer o cenar. Las chicas están preocupadas, pero ya les he dicho que tus rutas en moto suelen alargarse. Dime algo, un beso.

Reía y reía sin parar, ¿Cómo se puede ser tan cambiante?, es muy inteligente. Creo que es la falta de buen sexo, eso la debe estar volviendo loca, pensaba sin creerme lo que me había escrito. Cogí el móvil, le dije a las chicas en nuestro grupo que ya estaba en casa, y llamé enseguida a Sandra:

-Hola, ya estoy en casa ¿estáis por ahí? Puedo ir a comer, si no estáis fuera.- le solté escuchando como suspiraba aliviada.

-Si, aquí estamos en la piscina, capullo. Claro, ven y pido algo de carne que te gusta.- me dijo en un tono algo alegre, pero también seco.

-Vale, hasta ahora.- le dije colgándole sin más.

Mis chicas me miraban algo cabreadas, pero se les pasó en cuanto salte al agua. Sandra se extrañó de que no le diera sus dos besos, pero la cosa no estaba para besos entre nosotros. Jugué con ellas, las deje contestas y como una moto, saliendo de la piscina al lado de la hamaca de Sandra.

Ella me vigilaba de espaldas con una Tablet, me vio de pie tras ella, y le di un beso en la mejilla saludándola. Otra vez suspiró aliviada, confirmó que no estuviera demasiado enfadado. Me senté bastante abajo, al lado de sus pies, y le dije:

-¿Qué te pareció la casa? No me dijiste nada.

Me miró, y vio que no le miraba los pechos, u otra parte de su cuerpazo, miraba a sus ojos. Algo va mal, pensó al darse cuenta.

-Está bien, y no necesita apenas reformas, es nueva como me dijiste.- me contestó, ella si pegándome un buen repaso hasta mi paquete.

-Guay, me vas diciendo, la empresa que me hizo a mí la mudanza era competente.- le ofrecí levantándome, yendo a la ducha.

Tu no, pero tu amiga siDonde viven las historias. Descúbrelo ahora