20. La Felicidad ◉

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Hermione tenía los ojos hinchados de tanto llorar. No sabía qué la había poseído en Hogwarts. Debería haberse guardado las manos. Lo único que había tenido en mente era relajarlo para poder hacerlo reír. Un deseo tan inocente se había convertido en uno definitivamente nada inocente.

Hermione no debería haberle dado de comer el caramelo de chocolate. Había soñado con ello más de una vez, había sabido que hacer realidad ese deseo sólo podía conducir al desastre.

Se abrazó a la almohada, intentando evitar más lágrimas.

Todo había sido tan perfecto hasta que ella le había tocado. Habían pasado una tarde agradable. Se habían tomado el pelo, como hacían en sus cartas, él había compartido su humor poco ortodoxo sobre sus alumnos, ella se había reído, y tras ver su expresión de suficiencia al hacerla reír, su mente le había jugado la primera mala pasada. Ella había querido hacerle reír, como le había estado prometiendo en sus cartas.

¡Estúpida, estúpida idea, Hermione!

Hacerle cosquillas era una muy mala idea. Sí, ésa había sido su intención cuando le Transfiguró los sillones y le hizo quitarse el abrigo y los zapatos. Darle de comer chocolate fue cuando cruzó esa delgada línea y destruyó su frágil amistad.

Hermione se revolvió en la cama, sintiéndose incómoda pero sin saber cómo hacer desaparecer la sensación. Finalmente, se durmió, no un sueño reparador, sino uno atormentado por pesadillas como hacía años que no tenía.

Hermione se revolvió en la cama, sintiéndose incómoda pero sin saber cómo hacer desaparecer esa sensación. Finalmente, se durmió, no un sueño reparador, sino uno atormentado por pesadillas como hacía años que no tenía.

 Finalmente, se durmió, no un sueño reparador, sino uno atormentado por pesadillas como hacía años que no tenía

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Casi dos semanas. Era viernes, y desde aquel fatídico domingo no había vuelto a saber nada de Hermione. No es que hubiera pensado que ella vendría corriendo tras él después de lo que había hecho. Tampoco había intentado ponerse en contacto con ella. ¿Cómo iba a hacerlo?

La echaba de menos, por supuesto. Si alguien observador tomara a Severus como sujeto, se daría cuenta de cómo no pasaba mucho tiempo sin echar mano a su bolsillo, donde guardaba su Anillo Claddagh, una muestra que últimamente sólo le recordaba a Hermione, dejando a Lily como un fantasma de su pasado.

Entró en el Gran Comedor con un ceño fruncido digno de su fama. Pensar en cómo había fastidiado las cosas con Hermione no favorecía su buen humor. Ver a Potter en la Mesa Alta, hablando con Minerva, definitivamente tampoco lo conseguiría.

"Buenas noches, Severus", saludó Minerva, como siempre.

Él no contestó, como siempre. Tomando asiento junto a ella, preguntó de inmediato: "¿Qué hace él aquí?".

"Necesitaba consultar con Albus y le he invitado a cenar", explicó Minerva. Si tan solo hubiera mantenido sus palabras en ese.... "¿Sabes lo que he estado pensando?".

𝐸𝑙 𝑎𝑛𝑖𝑙𝑙𝑜 𝐶𝑙𝑎𝑑𝑑𝑎𝑔ℎ [𝑆𝑒𝑣𝑚𝑖𝑜𝑛𝑒]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora