Victoria es una mujer madura que ha sufrido la pérdida de su esposo y las constantes peleas entre sus dos hijos por el control de la empresa familiar. Su vida se ve alterada cuando empieza a acercarse a Fernando, el joven y atractivo mejor amigo de...
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—Buenas tardes, señora Victoria y arquitecto— camina hacia nosotros— nuevamente los interrumpo— me mira— quisiera hablar contigo, Victoria hace unos días en el hospital dejamos una conversación pendiente.
No sé que decir me quedo helada. Fernando que pensará que me beso con todos, me siento avergonzada noto la molestia en sus palabras. Me levanto del mueble.
Aclaro mi garganta y miro a Carlos quien se levanta del mueble.
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—Carlos, déjame un momento con Fernando.
—¡Por supuesto!— asiente con una sonrisa forzada, tratando de ocultar su incomodidad por la interrupción— Buenas tardes, arquitecto Alanís— camina hacia Fernando extendiendo su mano con cordialidad.
—Buenas tardes— su voz es seria y fría, le aprieta la mano con firmeza, como si quisiera demostrar su superioridad.
Carlos sale de la oficina, cerrando la puerta tras de sí. Miro al hombro de Fernando sin mirarlo a los ojos, sintiendo un nudo en la garganta. Tal vez estoy repitiendo mi historia anterior de Samuel y Antonio, sin querer.
—Debería sorprenderme esto que acabo de ver, ¿cierto?— se pasa el dedo por la comisura de sus labios, con una expresión de desdén— ya veo que debo tocar antes de entrar aunque creo que ya no será necesario, porque no pienso volver. Bruno me prohibió hacerlo, aún así aquí estoy solo por ti, preocupado por como estabas, busqué el día en hacerlo, pero pude haberlo hecho ayer, pero aquí estoy.
—Fernando...— intento decir algo, pero me interrumpe.
—Déjame terminar, porque ya haz dicho mucho con lo de hace un minuto. Es tu decisión y amar es respetar. Respeto lo que quieres, sé que lo de Bruno te empujó a eso, a alejarte de mí. A mí no me importa la verdad lo que diga, piense o haga Bruno— resopla con frustración— ya sabía que Kathya se veía con él, pero no me metí... por ti. No quería que eso malograra lo nuestro, pero lo que pasó fue imposible controlarme, escuchar a Bruno con una expresión tan brusca como si mi hermana fuera un objeto sexual.
