Victoria es una mujer madura que ha sufrido la pérdida de su esposo y las constantes peleas entre sus dos hijos por el control de la empresa familiar. Su vida se ve alterada cuando empieza a acercarse a Fernando, el joven y atractivo mejor amigo de...
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—¿Un virus? —repito nuevamente, con preocupación.
El doctor Richard, médico pediatra de Mia desde que nació, asiente.
—No es el primer caso de esta semana, Victoria —asegura, con calma—. Aparentemente se nos ha venido encima algo viral, pero nada grave que un poco de reposo y algunos antibióticos puedan mejorar. Ya que tiene una pequeña infección que también es causada por el virus. Sin embargo, me gustaría que se quedara un rato más en observación, hasta que le baje la fiebre. Si no les molesta —dice, mirando a Fernando y a mí.
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A mi lado, Fernando asiente, apretando su agarre en mi cintura.
—Solo queremos que nuestra hija mejore. No me importa nada más —dice Fernando, con voz firme.
—Y lo hará, Fernando, solo necesita dormir. Tranquilo, como la vez anterior, te expliqué que estos procesos son normales —Richard, el pediatra de Mia, observa el reloj de su muñeca—. Debo dejarlos un momento. Una enfermera vendrá en un par de minutos a chequear a Mia, mientras tanto, déjenla descansar y tomen un café que les caería muy bien —nos regala una sonrisa de amabilidad y desaparece por el pasillo.
Fernando me envuelve entre sus brazos una vez que Richard ha salido de nuestro campo de visión y yo me relajo visiblemente.
—No es nada grave, estate tranquilo —susurro, acariciando su espalda.
Él me estrecha contra su cuerpo.
—Estaba un poco preocupado —confiesa, besando mi frente.
Aprieto mis manos alrededor de su cintura.
—Lo supe desde el momento en que te pasaste tres semáforos en rojo. Tienes que calmarte, es la segunda vez y es algo viral. Sabes que ella es muy sana —le digo, tratando de consolarlo.
Su suspiro hace vibrar su pecho.
—Lo siento si te asusté. Ustedes son mi vida, Victoria —se quiebra mientras me abraza—. Doy mi vida porque siempre estén bien. Cuando pasa esto, me siento culpable por no cuidarlas bien.
