Capítulo 1

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Martes 18 de septiembre de 2012


Tenía sueño.

Por alguna razón, no pude dormir por más de dos horas seguidas en toda la noche. Di vueltas en la cama y, cuando por fin pude conciliar el sueño, me desperté por un sonido del exterior. Gracias a mi insomnio, tuve que tomar una gran taza de café al terminar el desayuno.

Aunque, al caminar por los pasillos de la escuela, pensé que tal vez necesitaba más cafeína para sobrevivir.

Traté de hacer memoria sobre las materias de ese día, porque no quería pararme cerca de los casilleros hasta la hora de la salida. Puse la clave y repetí la pequeña lista en mi mente. Una vez terminada la misión, cerré la puerta de metal tratando de no hacer ruido, lo cual fue casi imposible. Al caminar, perdí un poco el equilibrio, y me aferré al libro de biología para que no se cayera o resbalara de mi brazo.

En eso, levanté la mirada y encontré a mi mejor amiga, Emily Clark, corriendo hacia mí con una enorme sonrisa en su rostro. Aseguré que esa felicidad no se debía a algo que le pasó; sino que tenía que ver conmigo.

—Acabo de ver algo que te puede interesar —dijo con voz cantarina.

Fue la frase que más usó en esa última semana. Su reciente misión trataba de que yo formara parte de alguna actividad extraescolar. Cualquiera.

Lo peor de la personalidad de Emily era que la palabra «no» era inexistente en su vocabulario y, cuando alguien la decía, no descansaba hasta hacerle cambiar de opinión. La amaba, pero esa cualidad a veces era desesperante.

—Si es sobre el periódico escolar, ya te dije que no es para mí.

Empecé a caminar.

—No, no es sobre eso. Y ya lo había olvidado. —A paso rápido me alcanzó—. Es algo mejor y no podrás resistirte a darle una oportunidad.

¿Tan bueno era?

—¿De qué trata?

—En el tablero de anuncios hay una hoja para inscribirse a clases de teatro.

—¿Estás bromeando? —pregunté emocionada.

En ese entonces mi mayor sueño era convertirme en actriz, y me sentía como una de las mejores en la historia de Estados Unidos. En los últimos meses, no paré de memorizar escenas de películas o diálogos de algún libro para pararme sobre mi cama y actuar una de ellas cuando me encontraba con mis amigos, quienes siempre aplaudían. También imitaba videos musicales, pero ese es otro tema.

—No podría hacerte ese tipo de bromas. Y esa no es la mejor parte... —sonrió, luego guardó silencio por unos segundos para agregarle un poco de dramatismo—. Te apunté.

—Eres la mejor.

Con gran emoción, y sin ocultar mi felicidad, la abracé con fuerza. Después, continuamos nuestro camino a clases sin detener la conversación de los sueños que parecían difíciles de cumplir.

Emily Clark era mi mejor amiga desde que teníamos cuatro años. Según nuestros padres, ambas familias se conocieron en una cena de las empresas en las que trabajaban mi papá y la señora Clark. Por algún motivo, nosotras asistimos. Emily me comenzó a hablar de dibujos animados y luego jugamos con sus muñecas. Desde ese día nos volvimos inseparables, nos contábamos casi todo. Eso sí, nuestra amistad no era perfecta como en los cuentos en donde las mejores amigas no discutían, de hecho, nos pasaba seguido, pero a los segundos lo dejábamos en el olvido.

Al llegar al aula, noté que todos nuestros compañeros estaban ocupados en sus asuntos: unos lanzaban bolitas de papel y otros hablaban sobre la fiesta del fin de semana. Por suerte para todos, en especial para nosotras, el profesor aún no llegaba.

Maravillosa sonrisa (EDDE#1) (Nueva versión)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora