Pasaron los meses. Era diciembre, el mes de mi cumpleaños. Emily, como todos los años, organizó una pequeña fiesta para festejarlo, aunque yo no se lo pidiera. Decía que "era su don". Le encantaba prepararlo desde las primeras semanas de noviembre; comprar las decoraciones y elegir lo que íbamos a comer ese día. Me gustaba ver el brillo en sus ojos al realizarlo, por eso la dejaba organizarla.
En especial en ese año. En las vacaciones de Navidad conoceríamos a la familia de Emma. Y tenía el presentimiento de que mi papá le propondría matrimonio en Nochebuena. Deseaba más que nada en el mundo estar equivocada.
Cuando menos lo noté, el día esperado por Emily llegó: martes 15 de diciembre. Aunque era mi cumpleaños, no me sentí del todo feliz y no supe por qué. Me encontraba en cama, aún con los cobertores encima. No quería levantarme, por una vez quería estar en un ambiente tranquilo por unos minutos. En eso, la puerta se abrió.
—Amy, buenos días —dijo Emma con felicidad fingida—. ¡Feliz cumpleaños!
Se acercó a mí con temor, como si fuera a arrojarle la almohada en la cabeza. Noté que tenía en sus manos una pequeña caja de terciopelo negro. La estiró y, con desconfianza, la tomé. Luego, Emma salió de la habitación en cuanto miró que estaba por abrirla.
Dentro tenía una pulsera negra con detalles plateados; era muy hermosa. Me encontré sorprendida por tal obsequio. Nadie acertaba a mis gustos, menos mi papá.
🎭
Al mediodía estaba lista, igual que la fiesta. Emily y mi papá se habían esforzado demasiado en ese cumpleaños, no entendí por qué y tampoco quise saber. Debía estar feliz al pensar que mi padre estaba cambiando poco a poco. Me regaló el vestido que mi abuela quería que usara en ese día tan importante, fue el mejor regalo que pudieron darme en muchos años. De pronto, necesitaba a mi abuela urgentemente conmigo.
Fue una fiesta simple. "Adulta" mencionó Patrick al ver como hablaban y caminaban los camareros. Nos reímos varias veces por eso, incluso Emily casi se ahogaba por su culpa.
—¿Jack aún no ha llegado? —preguntó Emily de repente, mirando a su alrededor.
—No lo he visto desde que salimos de vacaciones —respondió Patrick, encogiéndose de hombros—. Mi mamá es amiga de alguien que conoce a la señora Cornwall y dijo que se iban de vacaciones, creo que a Argentina...
—¿Por qué hablamos de él? —interrumpí.
—Porque lo invité.
La respuesta de Emily me dejó sin palabras. No podía hacer eso. ¿O sí?
—¿Por qué?
—Vamos, Amy, es nuestro compañero. Además, si no es la persona que te gusta, no deberías actuar a la defensiva.
Emily continuó hablando sobre el vestido que vio en el centro comercial la semana pasada, aunque la escuché algo lejana. Mi mente se quedó en que había invitado a Jack a la fiesta. Por alguna razón, pensé en que quería verlo, tan siquiera de lejos.
Miré repetidas veces hacia la entrada. Fingí ponerle atención a Emily respecto al vestido, para luego girar hacia la puerta. Sentí decepción cuando creía verlo llegar y darme cuenta de que era algún camarero o uno de mis compañeros.
—Amy, ¿estás bien? —preguntó Emily.
—Sí —forcé una sonrisa—, ¿por qué preguntas?
—Es que miras mucho hacia la puerta.
—Busco a mi papá.
Me observó no muy convencida de mi respuesta, pero siguió con la conversación, ahora sobre un chico. Y en mi mente estaba otro chico. ¿Qué hacía Jack en mis pensamientos?
🎭
A las ocho de la noche se podía decir que todo estaba tranquilo. Pero en las calles, porque en mi habitación era un caos. Mi amiga se iba a quedar a dormir, y Patrick se iría hasta tarde para ver películas de terror. Era el mejor día de todos.
Sentí que no podía respirar por la risa. Emily casi se caía, y lo quiso ocultar de una manera bastante peculiar. Mi risa empeoró cuando Patrick me susurró lo que le recordó.
—¿No sienten que los están mirando?
Esto nos hizo callar. Emily jamás hablaba en ese tono, como si algo malo estuviera a punto de suceder. Patrick se levantó para asomarse por la ventana.
—No hay nadie.
—Te lo juro. Alguien nos estaba viendo.
—Paranoica —dijo nuestro amigo en un susurro.
—Hablo en serio, Moore. Y te prometo que no dormiré hasta saber quién fue.
La que no durmió por eso, fui yo. No quise hablar para no preocuparlos, pero días atrás tuve la sensación de que me seguían, y al girar me encontraba con el camino solitario y normal de mi vecindario.
Otra cosa que me impidió cerrar los ojos, era que no quería admitir que me dolía el hecho de que Jack no fuera a mi fiesta de cumpleaños. Días después me enteré porque fue así: él se había ido de intercambio a Londres.
Mi mayor deseo se cumplió. Y no estaba orgullosa de ello.
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Maravillosa sonrisa (EDDE#1) (Nueva versión)
Roman pour Adolescents«Primer libro de la saga "El Dolor De Enamorarse"» ¿Qué puedo decir de él? Siempre he creído que no existe la palabra correcta para describirlo. Quiero decir, no puedes pensar que es perfecto, porque desde luego que no lo es. Tampoco puedes decir qu...