Capítulo 8

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Después de lo que pasó el lunes con Emily y Patrick, no pude dormir, ni prestar atención en las clases. Sin contar la manera en que le respondía a papá, que empeoraba su actitud conmigo. Era un caos.

Esa semana no hablé con mis amigos, cada uno estaba en su mundo. Patrick pasaba el tiempo con las palabras que le ofrecían sus libros de ciencia ficción, y Emily andaba con la cabeza metida en las actividades de la escuela.

Quien se miraba más desesperado por la separación era Patrick, es decir, lo conocía muy bien para saber que odiaba todo eso, en especial cuando no podía ponerse de algún lado.

Por mi parte, quería arreglarlo, dejar mi orgullo a un lado para ser tan unidos como días atrás... aunque no tenía idea de qué necesitaba hacer. Emily me ignoraba por completo, y Patrick se alejaba cuando me veía cerca. De verdad, era estresante.

—¿Amy McKay? —dijo Jack—. ¿Sola? Nunca creí ver esto.

Me senté en una mesa bastante lejos de mis amigos, casi al fondo de la cafetería. Quise hablar con alguien, sin embargo, no estaba segura de que él fuera el indicado para hacerme compañía. Eran demasiados problemas, y con Jack estos aumentaban.

—¿Qué quieres?

Su expresión cambió al escucharme. Pero el brillo en su rostro siguió allí.

—Nada. —Se encogió de hombros—. Es que miré que no estabas con tus amigos y quise acercarme.

—Gracias, pero necesito estar sola.

Su actitud era extraña. El Jack que conocía jamás haría eso, de hecho, haría "bromas" de tu patética soledad.

—Bien, bien. Si necesitas ayuda, puedes contar conmigo.

Esperó unos segundos, supongo que quería una respuesta de mi parte y, al no obtenerla, se alejó.

¿Confiar en Cornwall? ¿Acaso se trataba de otra clase de mal chiste? Una parte de mí —quizá por la soledad— decía que lo hiciera, pero estaba segura de que se trataría de la decisión más estúpida de mi vida. No necesitaba pasar más tiempo con él. Además, lo que me pasaba no era de su incumbencia y, de seguro, él lo sabía.

El orgullo, por supuesto, ganó y las palabras de Jack se quedaron guardadas en algún lugar remoto de mi memoria.

🎭

Tuve que usar Facebook para hablar con Patrick. Sabía a la perfección que una de las cosas que más le disgustaba era dejar a los demás en visto. Decía que era molesto hablar con alguien y que de pronto dejara de responder, lo mínimo que esperaba era una despedida.

Y no me equivoqué. Me perdonó luego de decirle cómo me sentí al separarnos. Y prometió ayudarme para que Emily volviera con nosotros.

Pasamos las siguientes horas hablando sobre lo que nos pasó los últimos días. Él contó que su mamá le quitó una de sus figuras de acción favoritas sin decir por qué. Eso me molestó mucho, ya que mi amigo trabajó por años en una pizzería para juntar el dinero y otros meses en conseguirla. Pensé en ayudar para recuperarla, pero no sabía cómo hacerlo; la señora Moore podía ser cruel si se lo proponía, o tal vez su padre estaba detrás de esto.

También conversamos sobre cómo pedirle perdón a Emily. Patrick dio varias ideas para conseguirlo, además de decirme sus pros y contras de cada una. Típico de él.

Terminamos el plan casi a las tres de la mañana.

🎭

Aunque tenía mucho sueño, me levanté más temprano de lo normal. Me puse un vestido de color negro, mis vans blancas, y una chaqueta de mezclilla. Terminé de hacer lo que tenía pendiente y bajé las escaleras. Esta vez, Patrick pasó por mí.

—Todo listo —hablé al subir al auto azul.

—Excelente.

—¿Tienes lo que te pedí?

—Sí, Amy. Está en mi mochila.

—Tranquilo, Moore. Solo pregunté.

Minutos después, y con el auto moviéndose constantemente porque Patrick aún estaba aprendiendo a manejar, concluí el regalo para Emily Clark.

—No ha llegado.

—¿Cómo sabes? —pregunté asustada.

—Porque me manda mensaje cuando está en la escuela. Hace eso desde que discutieron.

Estacionó su auto en el mismo lugar de siempre y bajamos casi corriendo.

Desde ese momento pensé que todo estaba en mi contra. No entendí cómo el alumnado no pudo faltar a la escuela al igual que los otros viernes; se cruzaron en nuestro camino desde que llegamos al edificio. Fuimos al casillero de Emily y, para mí sorpresa, ya estaba ahí. Miré sus dedos moviéndose con velocidad en la pantalla del teléfono. Segundos después, el celular de Patrick sonó.

—¿Por qué a mí? —Susurró mientras sacaba el artefacto de su pantalón. Leyó el mensaje—. Espero que sea la última vez que se dejan de hablar, porque siempre soy yo quien tiene que pagar las consecuencias.

—Ya.

Le di un pequeño golpe en el hombro a modo de broma. Después corrí hacia mi mejor amiga.

Nunca había hecho algo parecido, ni para sus cumpleaños. Estaba muy nerviosa.

De mi mochila saqué la cartulina rosa, que tenía las fotos que le envié a Patrick la noche anterior. También le adherí algunas calcomanías en la mañana, y la palabra "perdón" en el centro. Era consciente de que no era la mejor manera de pedir disculpas, pero necesitaba recuperar nuestra amistad. Esperaba que funcionara.

—¡Emily Clark!

Alcé la voz un poco más de lo normal, pero ella tardó en mirar donde me encontraba.

🎭

Pronto llegó la esperada hora de salida. Estaba muy cansada, y sabía que llegando a casa iba a dormir una larga siesta.

Casi troté por los pasillos de la escuela. Me faltaban unos centímetros para llegar a la salida cuando choqué con alguien. Mi libro favorito cayó boca abajo, y las ganas de golpear al responsable brotaron con facilidad en mi sistema. Aunque dichas se esfumaron al instante porque me sorprendí de ver a Jack. El mismísimo Jack Cornwall. Tenía el cabello despeinado, le sudaba la frente, y su rostro parecía iluminado por el color rosa en sus mejillas.

—Perdón —dijo en voz baja—. Yo lo levanto.

—No es necesario. Puedo sola. —Me puse de rodillas para recogerlo.

—Bien, y perdón.

Fue extraño. Me pareció que hablaba otra persona.

—Sí, sí. Te perdono.

Levanté la vista para que notara mi enojo y se fuera de una vez por todas. Pero cometí el grandísimo error de ver sus ojos color café, esos que se notaban arrepentidos, como si hubiera cometido el crimen más grande de su vida. Nunca me había fijado en ellos en todo ese tiempo de conocernos. Y, odiaba admitir, eran lo más hermoso del mundo.

¿Te convierte en acosadora ver por unos segundos los ojos de otra persona? No lo sé. Además, él tampoco se apartó... Y el brillo en su mirada fue más fuerte que el día anterior.

Como pude, salí de la escuela sin dejar de pensar en los ojos de Jack. Lo peor es que el hechizo duró toda la tarde.

Maravillosa sonrisa (EDDE#1) (Nueva versión)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora