LAGRIMA QUE DAR

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Había entrado a una habitación en ruinas, camino dando pisadas fuertes en señal de lo enfadado que estaba para posteriormente quitarse el velo que decoraba su cabeza el cual estaba sujeto en una hermosa diadema y luego tirarla en un rincón de aquel cuarto. Se dirigió a un ataúd abierto que se encontraba allí, mismo que servía como cama y se sentó.

Se sentía frustrado por todo.
Un suspiro pesado salió de él y observo el ramo de flores que solía llevar, flores que antes tenían vida y ahora estaban marchitas, muertas … como él.

Las tomo con pesar para empezar a quitar los pocos pétalos que aún tenían — Rosas, para el amor eterno. Lirios … de pureza — apretó el último pétalo que había arrancado y que aún permanecía en su mano con fuerza  — ¿Y ahora de que sirven? ¡SI ESTAN MUERTAS! — Grito arrojando el ramo al piso.
— ¡ES INJUSTO! ¡MALDITO NARUTO! ¡MALDITA VIDA! ¡MALDITA MUERTE!  — Grito a la vez que se jalaba los cabellos — ¡ESTUPIDO! — Golpeo su cabeza con fuerza tratando de alejar todos aquellos sentimientos negativos que se extendían dentro suyo… él no era así, se desconocía, pero la angustia estaba acabando con él.

Apoyo su cabeza suavemente sobre su mano una vez que estuvo un poco más calmado y observo su anillo de oro en su dedo, ahí detallo mejor el estado de su mano y brazo… No había ya rastro de carne ni piel, lo que antes fuera un brazo completo ahora era hueso, siendo este otro cruel recordatorio de su estado.

Ahora mismo deseaba estar en los brazos de su familia, la calidez de su madre, el consuelo de su padre y el cariño que su hermano mayor le brindaba … No quería seguir así, quería regresar… se lamentaba por haber sido tan ingenuo.

Hinata quien lo había seguido momentos después de su partida había presenciado todo el dolor del doncel, se acerco a él lamiendo su mano huesuda para tratar de animarlo e intentando con ello que la mirara, pero al ver que no servía se acercó dónde estaba el ramo en el suelo para después tomarlo con su hocico y ponerlo en las piernas del pequeño. Sin embargo, su desilusion aumento al ver que tampoco funcionaba. Rendida se echó a los pies del joven esperando algún milagro que lo sacara de su tristeza.

Sasuke se había perdido por completo en sus pensamientos, suspirando como lo había hecho mil veces ya.

— ¿Y esa cara? ¿Quién ha muerto? — Escucho a un lado suyo la voz preocupada de su amiga araña.

Sasuke no respondió al instante, cerro sus ojos un momento para reflexionar un poco.

— Ino. Tal vez, Naruto tenga razón — Respondió por fin el doncel sin ganas luego de un rato— puede que si seamos diferentes —.

— En mi opinión creo que deberían revisarle la cabeza — El doncel puso sus ojos en blanco ante ello, metió uno de sus dedos al odio para sacar aquel gusano que vivía dentro de él de la cola y lo observo con una mirada de desaprobación — Yo puedo hacerlo — Respondió el invertebrado con una sonrisa, pero Sasuke prefirió ignorarlo.

Ino quien se encontraba aun colgada al lado del pequeño lo sentía angustiado y herido — ¿Sasuke? — Lo llamo, pues el chico al parecer quería ignorar todo a su alrededor — ¿Hay algo que podamos hacer? —.

— ¡SI! Comerle el cerebro al bastardo de Naruto— Respondió Sai con una sonrisa que daba terror.

— ¡ESO NO! — Grito la araña.

— Tal vez … — Ambos se quedaron callados al escuchar a Sasuke — Su lugar esta junto a aquella señorita, la que tiene mejillas rosadas … corazón latente … la que tiene vida — Decía cada vez en un tono más suave y apagado, pues aun recordaba las palabras que le había dado Naruto horas atrás.

— ¡oh, cariño! Personas como ellas hay de sobra, ¡tú tienes mucho más! — Exclamo Ino tratando de animar al doncel, quien la observo con una ceja levantada retandola a dar un mejor argumento — Tú tienes … Tú tienes … ¡Tienes una grandiosa personalidad — Declaro por fin obteniendo como respuesta que Sasuke resoplara con frustración.

Mi novio es un cadáver (NARUSASU) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora