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- Y necesita algo de lo que ocuparse. Aliviará el dolor de la pérdida, Alfonso. Necesita sentir que es capaz de manejar situaciones, y el gatito es inofensivo.

- Los gatitos maúllan fuera de tiempo, y eso no disminuirá el dolor.

- Sí, no lo hará. Ella necesita que su padre salga de la cueva y venga a quedarse con ella. Pero no tienes la intención de hacer eso, ¿verdad?

La culpa lo abrumó y, sin darse cuenta, miró fijamente la mano cicatrizada.

— Maldita sea, Anahí, sabes que no puedo hacer eso.

— No, Alfonso, no lo sé. La exasperación era evidente en su voz. - Solo sé que estás descartando la reacción de algunas personas hacia mí y Kelly. Y se está negando a sí mismo demasiado amor.

Alfonso pasó su mano sobre la parte posterior de su cuello dolorosamente.

-¡Mirar! ¡Se le ocurrió!

La emoción en la voz de Anahí lo golpeó como un golpe.

- Anahí...

Su voz sonaba más baja:

- Camina despacio, cariño. El piso es resbaladizo. Abrázalo con cuidado, es un cachorro. Estaba en la puerta trasera y su voz se mezclaba con el ruido de la lluvia. Entonces Anahí se acercó al intercomunicador, su voz ronca de emoción:

"Si pudiera ver su rostro, no cuestionaría nada. Y le prometo que le enseñaré cómo cuidar al gatito. Será mi responsabilidad. ¿Está bien, mi señor?

¿Cómo podría negarse, sin parecer cruel?

- Y también me encargaré de que el gatito nunca te vea. Miró el intercomunicador con una expresión seria.

-Muy divertido. Muy bien. Es tu responsabilidad

Alfonso colgó, pero aún podía escuchar la voz de Anahí proveniente del altavoz al lado del escritorio. Estaba ayudando a Kelly a quitarse la capa y los zapatos mojados.

"¡Es hermoso!", dijo Anahí.

- ¿Puedo quedármelo? - preguntó Kelly, en un susurro.

- Por supuesto que puedes. Necesita un hogar.

-Pero... ¿Qué va a decir papá? La voz de la niña expresaba miedo, y a Alfonso no le gustó ni un poco. No quería que le tuviera miedo.

- Tu padre piensa que la idea es maravillosa.

Un mentiroso, pensó Alfonso. Y aunque no podía ver la sonrisa de Kelly, podía sentirla, completamente. Anahí estaba decidido a hacerlo parecer un héroe frente a su hija.

- ¿Es un gato o un gato? — susurró Kelly. Hubo una pausa, una risa, y luego la respuesta:

- Es un gato, cariño.

Tres presencias femeninas en la casa. ¿Cómo podría un hombre soportar eso? Aún así, apoyado contra el marco de la ventana, Alfonso anhelaba estar con ellos. Quería ver la cara de Kelly, sosteniendo al gatito. Y el dolor lo ahogó, una vez más.

"Sus ojos se parecen a los suyos, señorita. Anahí.

- No creo que los míos sean tan verdes, o tan hermosos.

Pero lo eran, pensó Alfonso. Esmeralda y misteriosa, como las de un felino.

Mantengámoslo caliente. Pobrecito, está temblando. Vayamos a la sala de estar, encendamos la chimenea. Solo tienes que mantenerlo envuelto en la toalla y dejar que se acostumbre a ti.

- ¿Cómo lo vamos a llamar?

Nosotros. Ella ya estaba apegada a Anahí, pensó Alfonso, y cuando las voces se desvanecieron, no pudo quedarse quieta. Necesitaba al menos escuchar lo que decían, ya que no podía ver a la niña, pensó, bajando las escaleras de servicio.

la bella y bestiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora