Capitulo 35: La Tercera Prueba

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Narra la escritora:

El laberinto se puso algo oscuro luego de que entraron, Harry y Matt se separan por primera vez desde la prueba de los dragones

Los altísimos setos arrojaban en el camino sombras negras y, ya fuera a causa de su altura y su espesor, o porque estaban encantados, el bramido de la multitud se apagó en cuanto traspasaron la entrada. Matt se sentía casi como si volviera a estar
sumergido. Sacó la varita, susurró:

-¡Lumos!-Y oyó a Cedric que hacía lo mismo detrás de él. Después de unos cincuenta metros, llegaron a una bifurcación. Se miraron el uno al otro.

-Hasta luego -Le dijo Matt y tiró por el de la izquierda, mientras Cedric iba hacia la derecha.

Matt oyó por segunda vez el silbato de Bagman: Krum acababa de entrar en el
laberinto. Matt se apresuró. El camino que había escogido parecía completamente desierto.

Giró a la derecha y corrió, sosteniendo la varita por encima de la cabeza para tratar de ver lo más lejos posible. Pero seguía sin haber nada a la vista.

Se escuchó por tercera vez, distante, el silbato de Ludo Bagman. Ya estaban todos los campeones dentro del laberinto. Matt miraba atrás a cada rato. Sentía la ya conocida sensación de que alguien lo vigilaba.

El laberinto se volvía más oscuro a cada minuto, conforme el cielo se
oscurecía. Llegó a una segunda bifurcación.

-¡Oriéntame! -Le susurró a su varita, poniéndola horizontalmente sobre la
palma de la mano.

La varita giró y señaló hacia la derecha, a pleno seto. Eso era el norte, y sabía que tenía que ir hacia el noroeste para llegar al centro del laberinto. La mejor opción era tomar la calle de la izquierda, y girar a la derecha en cuanto pudiera.

También aquella calle estaba vacía, y cuando encontró un desvío a la derecha y lo tomó, volvió a hallar su camino libre de obstáculos. No sabía por qué, pero aquella ausencia de problemas desconcierta al mayor de los Potter.

¿No tendría que haberse encontrado ya con algo? Parecía que el laberinto le estuviera tendiendo una trampa para que se sintiera seguro y confiado.

Luego oyó moverse algo justo tras él.

Levantó la varita, listo para el ataque, pero el haz de luz que salía de ella se proyectó solamente en Cedric, que acababa de salir de una calle que había a mano derecha. Cedric parecía muy asustado:

llevaba ardiendo una manga de la túnica.

-¡Los escregutos de cola explosiva de Hagrid! -Dijo entre dientes-. ¡Son enormes! ¡Acabo de escapar ahora mismo!

Movió la cabeza a los lados, y salió de la vista por otro camino. Deseando poner la máxima distancia posible entre él y los escregutos, Matt se alejó a toda prisa.

Entonces, al volver una esquina, vio...
Un dementor caminaba hacia él.

Avanzaba con sus más de tres metros de altura, el rostro tapado por la capucha, las manos extendidas, putrefactas, llenas de pústulas, palpando a ciegas el camino hacia él.

Matt oyó su respiración ruidosa, sintió que su húmeda frialdad empezaba a absorberlo, pero sabía lo que tenía que hacer...

Intentó pensar en la cosa más feliz que se le ocurriera; se concentró con todas sus fuerzas en la idea de salir del laberinto y celebrarlo con Harry, Ron y Hermione, besar a Anna y sentir la alegría de Luna, Jess y Adrian, así que levantó la varita y gritó:

-¡Expecto patronum!

Un ciervo de plata salió del extremo de su varita y fue galopando hacia el
dementor, que cayó de espaldas, tropezando en el bajo de la túnica...

Los Hermanos Potter y el cáliz de fuego.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora