Capitulo 39:Problemas en la enfermería.

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Los Hermanos Potter fueron a la enfermería pues Dumbledore los dejo ahí a que los atendedieran la señora Pomfrey, al poco tiempo llegaron la señora Weasley, Ron, Anna, Bill y Hermione.

La señora Pomfrey atendió las heridas de Matt y la pierna rota de Harry, por obvias razones pasaron la noche en la enfermeria.

Pero no durmieron mucho tiempo.

Matt se despertó en medio de tal calidez y somnolencia que no abrió los ojos, esperando volver a dormirse. La sala seguía a oscuras: estaba seguro de que aún era de noche y de que no había dormido mucho rato. Luego oyó cuchicheos a su alrededor.

—¡Van a despertar a los muchachos si no se callan!

—¿Por qué gritan así? No habrá ocurrido nada más, ¿No?

Harry abrió perezosamente los ojos y se puso las gafas. Sus ojos se encontraron con los de su hermano ya despierto, pueden distinguir junto a ellos las siluetas borrosas de la señora Weasley y de Bill. La señora Weasley estaba de pie.

—Es la voz de Fudge —Susurraba ella—Y ésa es la de Minerva McGonagall,
¿Verdad? Pero ¿Por qué discuten?

La gente que gritaba y corría hacia la enfermería.

—Ya sé que es lamentable, pero da igual, Minerva —Decía Cornelius Fudge en voz alta.

—¡No debería haberlo metido en el castillo! —Gritó la profesora McGonagall—Cuando se entere Dumbledore…

Oyeron abrirse de golpe las puertas de la enfermería. Sin que nadie se diera
cuenta, porque todos miraban hacia la puerta mientras Bill retiraba el biombo, Matt y Harry se sentaron

Fudge entró en la sala con paso decidido. Detrás de él iban Snape y la profesora McGonagall.

—¿Dónde está Dumbledore? —Le preguntó Fudge a la señora Weasley.

—Aquí no —Respondió ella, enfadada— Esto es una enfermería, señor ministro.
¿No cree que sería mejor…?—Pero la puerta se abrió y entró Dumbledore en la sala.

—¿Qué ha ocurrido? —Inquirió bruscamente, pasando la vista a Fudge—¿Por qué están molestando a los enfermos?

—¡Dígale lo que ha hecho ministro!—Exclama McGonagall.

Ninguno no había visto nunca a la profesora McGonagall tan fuera de sí: tenía las mejillas coloradas, los puños apretados y temblaba de furia.

—Cuando le dijimos al señor Fudge que habíamos atrapado al mortífago responsable de lo ocurrido esta noche —Dijo Snape en voz baja—Consideró que sunseguridad personal estaba en peligro. Insistió en llamar a un dementor para que lo acompañara al castillo. Y subió con él al despacho en que Barty Crouch…

—¡Le advertí que usted no lo aprobaría, Dumbledore! —Exclamó la profesora
McGonagall—Le dije que usted nunca permitiría la entrada de un dementor en el castillo, pero…

—¡Mi querida señora! —Bramó Fudge, que de igual manera parecía más
enfadado de lo que lo habían visto nunca—Como ministro de Magia, me
compete a mí decidir si necesito escolta cuando entrevisto a alguien que puede
resultar peligroso...—Pero la voz de la profesora McGonagall ahogó la de Fudge.

—En cuanto ese… Ese ser entró en el despacho —Gritó ella, temblorosa y
señalando a Fudge— Se echó sobre Crouch y… y…—Harry y Matt sintieron un escalofrío, en tanto la profesora McGonagall buscaba palabras para explicar lo sucedido. No necesitaban que ella terminara la frase, pues sabían qué era lo que debía de haber hecho el dementor: le habría administrado a Barty Crouch su beso fatal. Le habría aspirado el alma por la boca. Estaría peor que muerto.

Los Hermanos Potter y el cáliz de fuego.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora