Capitulo: 38

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Me levanté torpemente del mueble y permanecí parado observándolo, ¿Qué hacía él aquí? Y, ¿Por qué tenía que llegar justo ahora? Pude ver cómo su manzana de Adán se movía lentamente al ritmo de sus gimoteos, en menos de un parpadeo las lágrimas se hicieron presentes, su cara demostraba absoluto arrepentimiento y tal vez un dejo de melancolía y decepción.

—Yibo... —susurré sintiendo un muy incómodo nudo en la garganta, sentía ganas de llorar, en parte estaba feliz de verlo, pero muy dentro de mí quería sacarlo a patadas de la casa.

—¡PAPI YIBO! —escuché un grito por parte de YangLi detrás de mí, giré sobre mis talones y la vi muy contenta mirándolo, corrió hacia él, pero Cheng Xiao interrumpió su paso cargándola.

—No bebé, tus papis necesitan hablar —a pesar de que susurró, logré escucharla perfectamente.

—Así que con Cheng, ¿No? —la pregunta del pelinegro hizo que girara hacia él.

—¿Dónde estuviste todo este tiempo? —ignoré completamente su tonta pregunta, mi voz sonaba terrible y quería asesinarme por eso, no quería demostrar debilidad frente a él, pero me era imposible.

—Eso no importa. De todos modos veo que ya te conseguiste a alguien.

—Yibo, no es lo que parece, yo... —tartamudeé, ¡Mierda! ¿Por qué demonios tartamudeaba?

—No digas más —extendió su mano hacia mí—. Será mejor que me vaya y los deje solos —giró sobre sus talones, pero yo fui más rápido y lo tomé del brazo, deteniendo su paso—. Suéltame Zhan.

—No —mis ojos comenzaban a cristalizarse, ya no podía ocultar más mi debilidad, me odiaba por ser tan débil, pero sinceramente no podía dejarlo ir, ahora tenía una gran oportunidad de trabajo con la cual nos evitaríamos muchos problemas económicos, podía quedarse conmigo, ya no había de qué preocuparnos, comenzaríamos desde cero—. No te vayas Yibo, no me dejes solo otra vez, por favor, YangLi te necesita —señalé a mi hija quien lloraba débilmente sobre el regazo de Cheng Xiao mientras extendía sus brazos hacia él—. Te lo suplico, por favor Yibo, por favor.

—No Zhan —su voz se quebró—. Lo mejor para los tres es que yo me vaya, soy el malo del cuento, YangLi no merece a alguien tan inmaduro como pad... —no pudo seguir hablando, ya que lo interrumpí con un beso.

Pude sentir cómo sus brazos rodeaban mi cintura con fuerza y cómo nuestras lágrimas se deslizaban hacia nuestros labios y se fusionaban para convertirse en una sola. Coloqué mis manos en su cuello y continué jugueteando con sus deliciosos y finos labios que tanto me encantan y tanto había extrañado.

Tuvimos que separarnos por la falta de aire, nos miramos un momento, sus ojos demostraban absoluta tristeza, parecía que quería quedarse, lo notaba en sus ojos cristalizados, conocía tanto esa mirada que podía descubrir todos sus sentimientos. Tomé su mejilla y la acaricié con suma delicadeza, podía sentir sus lágrimas impactar contra mis dedos.

—Yibo, quédate, por favor
No dijo nada, además de negar con la cabeza y soltar un sollozo. Retiró mi mano de su cara y me miró atentamente, parecía que quería decirme algo. 

Pero no fue así.

Giró sobre sus talones y salió corriendo lo más rápido que podía. No podía asimilarlo, permanecí en una especie de estado de shock, todo estaba pasando muy rápido y yo no podía ni siquiera moverme por la impresión.

—¡YIBO! —grité en cuanto mi mente reaccionó y fui tras él.

Creo que hoy he roto un récord, nunca antes le había pedido tanto esfuerzo a mis piernas al correr, pero o era eso o perder al amor de mi vida. Bajé las gradas de dos en dos, rogaba internamente que no me cayera debido a la velocidad con la que bajaba. Pude ver a Yibo salir del edificio, por lo que intenté ir más rápido con todas mis fuerzas. Ya casi lo alcanzaba, lo tenía tan cerca, pero a la vez tan lejos.

—¡YIBO! —le grité desgarrando mi garganta, tenía la esperanza de que por lo menos girara o hiciera algo—. ¡Yibo detente, por favor!
Pero hacía caso omiso a mis palabras, como si nadie le estuviese gritando.

La desesperación abundaba mi cuerpo, cada vez lo veía más y más lejos de mí, intentaba correr más rápido, pero comenzaba a cansarme, Yibo era más ágil que yo y por lo tanto se alejaba un poco más cada dos segundos.

—¡Yibo! —grité con todas mis fuerzas y lo vi entrar a una estación de tren.

No, no, no.

Corrí entre la multitud sin despegar mi vista de su cabellera negra, las personas que caminaban de manera contraria a mí, chocaban contra mi cuerpo y detenían mi paso, provocando que Yibo se alejara cada vez más de mí, no obstante, aún podía verlo gracias a su altura. Empujé a todos y avancé más rápido, sin importarme que me miraran raro o me reclamaran por estar tan apurado. Logré llegar a la zona de abordaje y lo vi entregando un boleto, por lo que intenté acelerar el paso, pero me era imposible, estaba muy cansado y me dolían los pies, además, la gente seguía interponiéndose en mi camino y reduciendo así mi velocidad. Vi cómo se subió a uno de los trenes, el cual sonó muy fuerte, como si estuviera a punto de irse. Sentí una gran satisfacción al llegar por fin, intenté subirme en él, pero un guardia interrumpió mi paso.

—Boleto —dijo con su típica voz seria mientras revisaba algo en unos papeles.

—Solo será un minuto, no quiero viajar.

—Sino tiene boleto no puede subir.

—¡Necesito sacar a alguien de ahí que subió por error!

—Lo siento —sonrió con malicia, como si adivinase en qué situación me encontraba—. El tren ya va a partir
Bajé la mirada y pude ver cómo las ruedas del tren se movían ligeramente, antes de poder hacer algo, el guardia ya había cerrado la puerta.

—¡No! —exclamé golpeando varias veces la puerta—. ¡Detenga este tren! —pero mi grito fue en vano, por lo que me resigné y corrí al lado del tren con mi vista clavada en las ventanas del mismo en busca de Yibo.

Lo vi sentado al final con sus codos apoyados sobre sus rodillas y su cara enterrada en sus manos. Sus hombros se levantaban cada cierto tiempo, dando a entender que estaba sollozando. Toqué varias veces la ventana mientras el tren avanzaba lentamente.

—¡YIBO! ¡YIBO! —gritaba con dificultad debido al llanto—. ¡POR FAVOR YIBO, POR FAVOR! ¡NO TE VAYAS! ¡YANGLI TE NECESITA! —nada, ni siquiera se movió, solo continuó llorando—. ¡NO NOS DEJES! ¡TE LO SUPLICO!
El tren avanzaba cada vez más, que hasta tuve que correr.

—¡YIBO! —continué golpeando la ventana.

Por primera vez levantó la mirada y me miró con tristeza, abrió la ventana y me gritó las siguientes palabras:

—¡Te amo Zhan!

Pude notar absoluta sinceridad en sus palabras, sabía que me lo decía de verdad, lo conozco tanto que sé cuando me miente y cuando no. Sonreí ligeramente al escucharlo, parecía que el tiempo se había congelado en ese instante, como si ese pequeño lapso de tiempo fuese solo para nosotros, para disfrutar los últimos momentos juntos, porque sabía que una vez que el tren se alejara, no sabría a dónde iría, tampoco podía ir a buscarlo así supiese el destino de aquel medio de transporte, Yibo se iría y me dejaría solo así nada más y por más duro que fuera, debía dejarlo ir, porque esa había sido su decisión y porque yo tenía otros planes para mi futuro, no podía renunciar a todo por él, por más amor que le tenga, no se lo merece. 

Demasiado amor te matará.

Y a continuación el tren se alejó completamente de mí, dejándome solo entre la brisa que había provocado dicho medio de transporte.

Caí de rodillas al suelo y comencé a llorar sobre mis manos.

—También te amo, Yibo.

DOS TONTOS Y UN BEBE  (Yizhan)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora