Por su parte, las chicas se reunieron en el patio de la posada de la familia Amagi.
- ¿En serio todas las empleadas se resfriaron? -Preguntaba Rise, quien vestía un largo vestido blanco para proteger sus prendas, cargando unas sabanas dentro de una tina de madera llena de agua con jabón, con una madera de superficie rugosa para lavar a mano.
- Hum... s-si, todas se enfermaron de golpe... -Murmuraba la heredera de la posada, quien vestía con aquella prenda blanca propia de las empleadas. Llevando en sus brazos un montón de batas de baño a otra tina.
- ¿Estás segura? -Comentó Naoto sentada desde una roca del patio, vistiendo su atuendo de siempre, de chaqueta ajustada, pantalón de vestir azul y con los dedos sosteniendo un extremo de gorra.- Por que al pasar por tu cocina vi en la basura un trozo casi entero de ternera, ¿estás segura de que no fue otro de tus experimentos culinarios?
Yukiko cubrió su cara con una de las batas para que el resto no viera su reacción.
- ¡Pero claro que no! ¡Les digo que fue un resfriado, un resfriado!
Mientras Rise soltó una adorable carcajada y Naoto una sonrisa de satisfacción, Chie se encontraba arrojando rocas y haciéndolas rebotar sobre el agua de un pequeño estanque en silencio, mirando como su reflejo se distorsionaba por las ondas del agua.
- ¿Mm? ¿Chie? -La llamó Yukiko, pero no consiguió respuesta.
Sin quererlo, logró que todas las chicas voltearan en su dirección con curiosidad, desde hace un tiempo que la notaban extraña, como si todo el tiempo estuviera pensando en estar en otro lado, y aunque todas lo notaron, le correspondía a Yukiko, como su mejor amiga, ser quien se acercara con ella primero (mientras las otras afinaban el oído para enterarse de todo).
- ¿Todo bien? -Decía la pelinegra dándole un codazo para llamar su atención.
Chie se sobresaltó por un momento, volteando a ver a su amiga, abrió la boca por un segundo, pero inmediatamente volvió a cerrarla, cómo si se arrepintiera de lo que estaba a punto de decir, volviendo a quedarse en silencio con el labio tembloroso y una mueca de angustia. Era realmente mala escondiendo sus emociones.
- Puedes contarme lo que quieras, lo sabes, ¿no? -Le susurró con cierta ternura, intentando acercar su rostro al de su amiga, agachándose un poco, buscando la mirada de su amiga.
Chie parecía bastante insegura, balbuceando en una voz inaudible. Yukiko se acercó más a ella, acercando la oreja para intentar escucharla.
- Bueno yo quería preguntarles algo...
- ¿Si? -Susurró Yukiko, queriendo mantener la privacidad de su amiga.
- ¿Qué sucede Chie? Cuéntanoslo... -Le decía Rise, apoyándose en su hombro, pero manteniendo los susurros para pretender que no estaba espiando.
- Si, no tienes por qué ocultarnos nada... -Susurraba Naoto desde el costado opuesto, quien pese a su tono serio, se rehusaba a quedar fuera de la charla.
La castaña vio a sus costados, suspirando al ver que sus amigas no la dejarían tranquila hasta que soltara la sopa, tan sólo asiente con la cabeza.
- ¿Ustedes... han tenido novio? -Confesó finalmente, sin dejar de ver el estanque.
Las chicas se quedaron en silencio, un silencio tan sepulcral que dejó escuchar el sonido de la brisa del viento y el graznar de un par de cuervos; las chicas se miraron entre sí por un momento, como queriendo buscar en las demás, la lógica detrás de esa pregunta.
- ¿Y bien? -Chie volteó hacia ambos lados, ansiosa por la respuesta de alguna de sus amigas, cualquiera. Demostrando unos enormes ojos de cachorro como pocas veces llegaba a demostrar, poniendo una presión enorme sobre sus amigas.
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Un pueblo maravilloso
RomanceUn pueblo mundano, donde todos los vecinos se conocen y donde nunca suceden problemas, en un lugar tan aparentemente aburrido como este, es donde ocurren los milagros.