Yosuke estuvo desde primera hora de la mañana aseando la casa; había pedido un día libre en el trabajo e iba a aprovechar ese tiempo libre para dejar la casa impecable. Barrió todo el pueblo del suelo, pasó el trapeador para dejarlo reluciente y con un agradable aroma a limón; dejó su cama ordenada y bien tendida, además de acomodar todos los mangas y revistas "cuestionables" que poseía dentro de un armario, debajo de una montaña de ropa que no tendría tiempo para lavar.
¿Por qué este repentino ataque de limpieza de su parte? Sencillo, tras la cena de navidad, Chie le comentó una sencilla oferta al final de la cena navideña, cuando él la estaba llevando a su casa.
"Oye... ¿Te apetece que vaya a tu casa mañana...?" Luego de escuchar esa pregunta, todos los bostezos que el castaño estaba teniendo, se detuvieron por completo, y su cabeza entró en alerta roja. Terminó durmiendo hasta las tantas de la noche y apenas vio salir el sol, se levantó para dejar todo en su cuarto perfecto.
Para cuando terminó con el quehacer, pidió una pizza mitad carnívora y otra mitad hawaiana, y tras eso se fue directo a la regadera.
Al salir se acomodó el pelo cuidadosamente frente al espejo (sólo para peinarse exactamente igual que de costumbre), se colocó una camiseta de manga larga azul claro con una chaqueta gruesa de color negro encima y unos jeans azules, y tras un último vistazo en el espejo, se guiñó en el espejo en un gesto de aprobación.
- ¡Estoy listo! Y sólo... dos horas antes de la hora que acordamos... -Murmuró para si mismo, sentándose en la orilla de la cama mientras contemplaba toda su obra con algo de vergüenza, sobándose la nuca mientras suspira.- ¿Notará que me emocioné de más...?
Luego de que llegó la pizza a su casa y pagó por ella, no tuvo nada más que hacer que dar vueltas a lo largo de los pocos metros cuadrados de su habitación como un perro encadenado; cruzado de brazos y dándose golpecitos con el índice a si mismo, tratando de pensar en algo que pudiera hacer para calmar sus nervios, pero la sensación de un hueco en el estómago no lo dejaba pensar en lo absoluto. Tan sólo seguía caminando y caminando, sentándose en la cama y levantándose al poco después, así hasta que alguien golpeo a su puerta, haciendo que el chico salga disparado como una bala para abrirla, no sin antes acomodar su cabello por última vez.
- ¡Hola! Vaya, que guapo te ves -Comentó Chie sorprendida por ese aspecto, ya que ella estaba abrigada hasta las orejas, con tanta ropa encima que su figura apenas era distinguible.- ¿Es por algo en especial? -Le miró de manera juguetona mientras pasaba por el umbral de la puerta, sólo para ser recibida por el calor de la casa que Yosuke había creado entre sus idas y vueltas.
- Q-que va que va, esto es lo que uso para limpiar... porque yo limpio seguido, ¿sabes? -Le respondió con una sonrisa torpe mientras cerraba la puerta, dejando el frío afuera.
Antes de que Yosuke pudiera decir nada, la joven comenzaba a andar por la sala de estar con curiosidad, viendo los sillones, las fotos colgadas en la pared, los libros de las repisas, como un niño al entrar por primera vez en una juguetería.
- Así que ésta es tu casa... -Murmuró incrédula.
- Si, desde que me mudé a Inaba... -Respondió Yosuke algo incómodo, que en todas las cosas para las que estaba preparado, nunca se vio venir una "inspección sorpresa".
- Vaya, y pensar que yo nunca había venido a pesar de conocerte hace tanto... -Al parecer, la corta caminata había sido suficiente para que la castaña entre en calor, ya que se quitó el gorro que llevaba encima, además de su gruesa chaqueta, dejándola solo con un suéter anaranjado con la silueta de un árbol de navidad en el centro.
- Bueno, tampoco somos niños como para que vengas a mi casa de pijamada, no creo que sea tan raro... -Se excusó el muchacho, quien al no saber hacia donde iba la conversación, tan sólo se dejó llevar por esta; al final del día, sus planes nunca marchaban bien, pero el resultado siempre le terminaba gustando.- Además, si yo intento ir a tu casa, a tu padre le va a dar algo.
ESTÁS LEYENDO
Un pueblo maravilloso
Roman d'amourUn pueblo mundano, donde todos los vecinos se conocen y donde nunca suceden problemas, en un lugar tan aparentemente aburrido como este, es donde ocurren los milagros.