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—¡Dray! —gritó mientras corro para alcanzarlo.
Se encuentra caminando hacia al gran comedor solo. El se voltea al escucharme y frena para esperarme. Analizo sus facciones mientras me acerco ahora más lento, y veo su expresión triste que últimamente siempre lleva.
—No debes correr —es lo primero que me dice en tono de regaño.
—No pasa nada —en realidad estoy exhausta y debo apoyarme en los rodillas para recuperar el aire.
Antes esto no me sucedía. Solía salir a correr con Blaise por el lago negro y en vacaciones me ejercitaba en el gimnasio de mi casa. Supongo que es más difícil con un niño creciendo en tu vientre.
—Dios mío —me acaricia la espalda y cuando me recompongo pasa su brazo por mis hombros y nos guía al comedor.
—¿Cómo has estado? No hemos hablado mucho de lo que pasó.
—Estoy... mejor —su tono no me convence.
—Dray —hago una pausa con miedo de hacer esta pregunta—. ¿No seguirás con las misiones, verdad?
El simplemente me mira y guarda silencio, lo cual me preocupa.
—Draco, no puedes seguir haciendo esto. No está bien. Ni para el resto ni para ti.
—Rosie, no lo entiendes. No tengo otra opción —llegamos pero nos quedamos parados en la puerta, ahora frente a frente.
—¡Si que la tienes!, ya te lo he dicho, puedes hablar con Dumbledore y...
—¡No puedo hacer eso! —me corta con una fuerte exclamación que me sobresalta—. Lo lamento —se disculpa por su grito—. No puedo hacerlo. ¿Tu crees que Dumbledore me querrá ayudar? ¿A mi?
—Dray...
No me escucha y entra sin esperarme. Suelto un suspiro cansada y preocupada por la situación. Hablar con Dumbledore es nuestra mejor opción, y si el no lo hace lo haré yo.
Ahora si entro a paso lento, y decido sentarme en la mesa de Gryffindor, donde Ron se encuentra sentado con un casco en la cabeza.
—Buen día, Ronald. ¿Acaso tienes miedo de que MgLaggen te golpee?
No puedo evitar burlarme mientras me siento a su lado. Igualmente me pone contenta que le haya sacado el lugar a McLaggen del equipo de Quidditch.
—Muy graciosa, Nic. Tengo mi primer partido hoy, estoy asustado.
—Te irá bien, no te preocupes —dejó un apretón amistoso en su brazo—. Aunque espero que gane Slytherin.
Me sonríe en agradecimiento y comienzo a servirme mi desayuno. Ron sigue con su mirada de cachorro herido y me causa risa encontrar a mi amiga enviándole tantas miradas preocupadas. Cuando logro que me mire a mi, la miro burlona alzando las cejas pícaramente y recibo una patada por debajo de la mesa a cambio.
