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Todos ya se encontraban sentados cuando llegamos. Tomo asiento a la derecha de mi madre, quien está al mismo tiempo a la derecha de mi padre que está en la punta. Theodore toma asiento a mi otro lado y enfrente están Draco y Narcissa, teniendo al rubio enfrente mío.
Mi madre me da una mirada de reproche apenas me siento.
—Lo lamento.
Nuestro elfo, Sparks, nos trajo la comida de inmediato.
—¿Cómo les ha ido en la escuela? —nos preguntó tía Cissy.
Pero su tono de voz no era el mismo de siempre. Estaba más apagada. Como si no tuviera ganas de hablar realmente, pero estaba haciendo un esfuerzo. La pobre estaba viviendo un infierno. Además de que Lucius estaba en Azkaban, mi padre me puso al tanto de que la mansión Malfoy era el cuartel en el que se hacían las reuniones de mortifagos, y además su hermana Bellatrix también se quedaba allí. Sumando que la misión de Draco y su bienestar eran su mayor preocupación.
Los tres nos miramos.
—Muy bien —respondo cortamente por todos.
—Cissa, ¿sabías que Theo y Nicole son novios? —mi madre va directo al grano mientras se lleva un bocado a la boca.
Draco se atraganta con su bebida al oír esto, y yo reprimo mi risa. Habíamos olvidado ponerlo al tanto.
—¡Eso es maravilloso! —nos mira entusiasmada.
Por lo menos la noticia le había iluminado un poco la cara.
Mientras que su hijo nos mira incrédulo. No entendía que estaba pasando.
—Gracias, tía.
—Siempre supe que terminarían juntos —dice ilusionada—. Desde chiquitos, y hasta cuando se llevaban mal.
Bueno...
Los dos le sonreímos algo incómodos.
—Si, chicos —el rubio nos mira burlón—. Todos sabíamos que estaban destinados. A ver dense un beso —sonríe presumido.
Nos quedamos duros en nuestros lugares. El maldito lo estaba haciendo apropósito. Ahora era el quien reprimía su risa.
—Draco, eso es muy inapropiado —por suerte su madre nos salvó.
—Lo lamento, madre —rodó los ojos y siguió comiendo como si nada.
—Fue una grata sorpresa la verdad —aportó mi padre.
La cena continúa con charla habituales. Nada muy importante. Y yo estaba cada vez más nerviosa porque sentía que el momento se estaba acercando.
Miraba a Theodore de reojo de vez en cuando, pero el parecía sereno y charlaba como si nada. Cuando notaba mi mirada me daba una sonrisa tranquilizadora y asentía disimuladamente con la cabeza, dándome a entender que cuando estuviera lista el también lo estaría.
