15. El Prisionero

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Me quedé todo el recuento, que fueron unas dos horas más o menos hasta que apareció el cuerpo como dijo la mujer pensando esa manera de morir tan horrible, ese hombre solo quería escapar y ser libre, miro a los soldados de mi alrededor y todos están haciendo comentarios fuera de lugar y sin miramiento ninguno dicen en voz alta:
-Mira, al final es libre.
Los soldados que están ahí se escuchan sus carcajadas y sus comentarios inapropiados e insensibles. Nos llevan a cada uno a nuestro trabajo y entre costuras pienso en aquel hombre, en su familia que no se han podido despedir de él.
Aparece el coronel y me interrumpe mis pensamientos, como de costumbre y me lleva hasta la casa de la última vez cogiéndome del brazo con dureza, una vez entramos aparto mi brazo de un empujón y le digo:
-Podrías ser más caballero.
-Sí, claro, señorita Nayeli.
-Podría no hacerme ese daño que me produce cuando me lleva a esta casa y ahora explíqueme, ¿Qué pasa ahora?
Empieza a ir de un lado para otro del salón frotándose la cara con las manos, hay un silencio muy incómodo y le digo:
-¿Qué ocurre? ¿Era mi padre aquel hombre?
-No es eso, ya te dije, no se preocupe por eso.
-¿Entonces?
Me quedo cruzada de brazos esperando una respuesta:
-Me he pasado todo el día pensando en cómo decirte esto, la verdad.
-Bueno, pues aquí me tiene dígamelo ya por favor me está poniendo histérica tanto moverse ¿Qué ocurre? ¿Cuál es el problema?
-He hablado con su padre esta tarde y se lo he explicado como he podido, pero yo no puedo aguantar ni un segundo más con esto dentro.
-¿Qué? Dígamelo ya por Yahvé.
-Creo que me gusta.
-¿El qué? ¿El té?
-Usted Nayeri, desde que la vi sentí que no tenía que buscar más, es perfecta.
-¡Coronel ya! Déjese de bromas.
-No es ninguna broma, señorita, es lo que dice mi corazón.
-Me voy, esta conversación no llegará a nada satisfactorio para ninguno de los dos.
-¿Irse? ¿Por qué? ¿Acaso no siente lo mismo?
-Por supuesto que no, solo me interesa llevarme bien con usted por la seguridad de mi familia porque, aunque yo no lo comparta, ellos confían en usted coronel y aunque me encantaría decirles que no tienen razón, demuestre a mi padre y a mi madre que me equivoco, por mí no se preocupe.
Cojo la puerta y salgo hacia el recuento antes de cenar, tengo a mi madre al lado, mirándome intrigada por el asunto de mi padre y yo agitada, sin saber bien cómo reaccionar a lo que me dijo el coronel.
En la cena le explicó a mi madre:
-Mamá, papá está bien, no te preocupes, el coronel se encarga de su seguridad.
-Gracias hija, me acabas de dar una esperanza para luchar.
Acabamos de cenar y los oficiales nos mandan directos a nuestras barracas a todos, llegamos a las barracas y nos acostamos en la litera.

recuerdos del nazi que me enamoróDonde viven las historias. Descúbrelo ahora