24. Terror en la salvación

12 1 0
                                    

Cae la noche, veo a Derek asomarse a la ventana despacio.
-¿Ves algo?
-hay unos 4 soldados.
-¿Crees que podemos salir sin ser vistos?
-debemos de ser cautos, toda precaución es poca.
Asiento con la cabeza sin saber bien qué hacer.
-Me voy a acostar un rato en lo que oscurece, necesito descansar.
-No te preocupes, yo vigilo descansa.
Me voy a la habitación donde hace unos momentos tuve un aborto, miro las sábanas manchadas de sangre. No puedo tumbarme en esa cama, me voy al comedor donde está Derek haciendo guardia y me acuesto en el sofá, sin darme cuenta me quedo dormida, adentrándome en un profundo sueño.
-Despierta, Nayeli por favor, despierta, este es el momento de huir.
Me despierto de un salto y él me tapa la boca para evitar que nadie nos escuche, señala la puerta en silencio y me hace una señal para no hacer ruido. Vamos hacia la puerta, abre la puerta despacio y asoma lentamente la cabeza, entonces me mira y me hace una mueca conforme todo está despejado.
Salimos y empezamos a correr, otra vez huyendo ¿Cuánto durará esto? Me pregunto.... Corriendo, con sed, cansancio y las piernas agotadas pienso en como hemos llegado a estos extremos.
Agotados del viaje, decidimos refugiarnos en el bosque, es la única manera que no nos rastreen ni las huellas ni nada. Agotada no tengo ni idea de hacia donde vamos ni tenemos siquiera dirección, vamos sin rumbo y para mí personalmente no tiene ningún sentido.
Caigo rendida, al día siguiente despierto en los brazos de Derek intenta despertarme pero estoy exhausta y agotada del camino, puedo escucharle pero no consigo hacer palabras para contestarle.
-¡Despierta! ¡Nos han encontrado! Da igual te llevaré en brazos para ponernos a salvo.
Con el movimiento del paso acelerado de Derek, consigo despertar y con los ojos aún entrecerrados veo a los oficiales en la lejanía con las armas y con los perros, tienen en sus manos, consigo distinguir dos piezas de ropa, supongo que es nuestra, le están dando a olfatear a los perros.
-Derek tienen nuestro rastro.
-Buenos días, espero que hayas descansado.
-La verdad que necesitaba dormir.
-Normal, no te preocupes que yo me ocupo de todo, no consentiré que te hagan daño.
-Puedo caminar, gracias
Me deja en el suelo para que pueda seguir caminando:
-Buscaremos un lugar seguro hasta que consigamos un mapa.
-Vale.
Seguimos caminando a paso ligero, casi corriendo, vemos en la lejanía una especie de granja, de la puerta de la casa sale una muchacha joven, nos escondemos entre la hierba para que no nos descubran, vemos salir de la casa un niño pequeño de unos 2-3 años, me asomo para verle bien la cara, está sonriendo mientras juega con su madre y lo que parece ser su padre.
Nos descubren y el hombre viene hacia nosotros, asustados, no queremos que nos descubran, salimos corriendo, pero entonces escuchamos disparos y el ladrido de los perros, no tenemos muchas alternativas, es huir y arriesgarnos a que el cansancio nos haga pasar una mala jugada y que nos descubran o pedirle a ese matrimonio tan encantador  un refugio. Decidimos pedirle al 'matrimonio' refugio antes que lleguen los nazis y nos maten, nos dirigimos hacia ellos cuando el hombre dice casi gritando:
-entrad!
Nos miramos y sin pensarlo dos veces entramos en la casa, aún con la respiración agitada de la ansiedad por qué no nos descubran, el hombre hace un gesto con la mano hacia el labio para que no hagamos ruido y nos esconde en una especie de desván debajo del comedor.
Nos quedamos ahí sin hacer ruido, cuando le dan un portazo a la puerta de la entrada y la abren los nazis, empiezan a hablar alemán y por lo visto el 'matrimonio' entiende lo que están diciendo. Después de una buena charla y ver cómo los alemanes se calman, se toman un té y se van, una vez fuera, esperamos un par de minutos por si es una emboscada para atraparnos, salimos del desván y ahi está ese matrimonio mirándonos con cara de pena y susto a la vez, la mujer nos mira con cara de preocupación, mira a su marido, nos vuelve a mirar y dice:
-Pasad, seguramente tengáis hambre.
El marido se echa las manos a la cabeza y le dice enfadado:
-No se te ocurrirá darles de comer ¿Verdad?
-Es un plato de comida, no nos va a pasar nada, confía en mí.
El hombre abrumado y consternado por la comida que le espera, intenta de alguna forma convencer a la mujer que esa, no es una buena idea:
-Me niego a compartir mi comida con una judía y un soldado.
La mujer se queda parapléjica y le pregunta:
-¿Y como sabes que ella es judía y el es un soldado?
El hombre hace una mueca de risa y con la mano hace un gesto para quitarle importancia a esa informacion
-solo hay que ver cómo caminan y como hablan.
-Son personas como nosotros.
-Nos traerán problemas, no quiero tener nada que ver con los nazis, me niego a que nos maten por hacer un acto de buena fe.
La mujer lo mira indignada, sin saber muy bien si ese hombre es el mismo del que ella se enamoró, entonces niega con la cabeza nos mira y nos invita a pasar:
-Estais en vuestra casa.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jun 29 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

recuerdos del nazi que me enamoróDonde viven las historias. Descúbrelo ahora