Kim Taehyung es un joven de clase baja con un futuro brillante como profesor de Taekwondo. Una noche, después de beber y perder el control de sus actos, termina teniendo sexo con un joven adinerado que padece de daltonismo, del cuál termina teniendo...
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Cuatro meses después. Durante todo ese tiempo, Jimin cuidó de él y de su hijo con la ayuda de la abogada Hei Ran, Jeongyeon y el señor Jeon, quién iba a visitarlo cada vez que tenía oportunidad para asegurarse de que no se sintiera solo.
La abogada Hei Ran se reunió con el fiscal tal como se lo había prometido a Jimin y se encargó de revisar detalladamente el caso de Geum Ri para que nada saliera mal, o se pasara por alto algún detalle importante.
Kim Tae Seok completó su divorcio con Jeon Geum Ri y se fue a vivir a la casa que había comprado para su fallecida hija, Hyuna. El divorcio, la muerte de Hyuna y la indiferencia de Yoongi, eran cosas que tenían el estado emocional de Geum Ri completamente destruido, y para poder mantenerse en pie, se concentró en su trabajo en la compañía de su hermano mayor, Jung geun.
Hoseok continuó yendo a casa de Lalisa todos los días. Se quedaba sentado en su puerta durante largas horas, sin importar que hubiera lluvia o frío. Hizo esto con la esperanza de que ella abriera para él, y lo recibiera de vuelta en su casa.
Yoongi se aseguró de llamar a escondidas a Jimin, cada día, durante todos esos meses, para saber como estaba él y su hijo. De esta manera podía estar más tranquilo, y al mismo tiempo podía esperar pacientemente el nacimiento del pequeño.
—Jiminnie, no hagas ningún esfuerzo. ¿Está bien? —dio vueltas de un lado a otro en su oficina. —Te llamaré mañana a esta misma hora...
—Estaré esperando, Yoongi-yah...
—Cuídate mucho... —sonrió —.
—Tú también... —sonrió —.
Yoongi escuchó la puerta de su oficina y rápidamente colgó la llamada para continuar con su trabajo. «¡Hola, amor!» Exclamó Sara con una gran alegría mientras se acercaba a dónde él estaba.
—¿Cómo estás? —lo besó —.
—Bien... —se alejó discretamente de ella para evitar que volviera a besarlo —.
—Vine a decirte que iré a ver mi vestido, y también porque quería tu opinión con relación a los padrinos. ¿Podríamos elegir a mi papá y a mi tía? ¿Qué te parece?
—Haz lo que quieras...
—¿Cómo lo que quiera? También es tu boda, cariño. Hasta ahora no has querido involucrarte en nada.
—Sara, no tengo tiempo para eso. Eres tú la que quiere una boda, no yo.
—¿Es que ya no quieres casarte conmigo?
—No vayas a empezar con eso otra vez —alzó la voz. —Me tienes cansado.
