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A las cinco y media de la madrugada de la tercera luna llena de aquel curso escolar, Olivia estaba sentada en el alféizar de una de las ventanas de la casa de los gritos. El sol estaba empezando a salir, y por tanto Remus había acabado su transformación por aquella noche. Él y sus amigos se permitieron el lujo de echarse un rato antes de volver a la habitación, sabiendo que Madame Pomfrey no iría a recoger a Remus hasta una hora después.

Olivia, a pesar de estar bastante cansada tras tantas horas transformada, decidió no dormirse para vigilar que Madame Pomfrey no llegara más temprano de la cuenta, o que sus amigos se quedaban dormidos.

Estaba sentada abrazando sus propias piernas tratando de refugiarse del frío que la golpeaba, aunque este desapareció levemente al momento, cuando sintió que alguien colocaba sobre sus hombros una chaqueta caliente.

—¿No tienes sueño? —preguntó Sirius en susurros, pasando la ventana para sentarse junto a ella.

La chica sonrió cansada.

—Dormir es de débiles —bromeó.

El moreno correspondió su sonrisa.

—James no está dormido. Su instinto de papá oso jamás permitiría que nos pillasen aquí, así que deberías echarte un rato, como Peter —dijo él señalando desde su sitio a Peter, que roncaba profundamente.

Olivia rió.

—No tengo sueño —mintió descaradamente.

—Tus ojeras están más negras que mi pelo —ironizó Sirius con una sonrisa.

Los dos chicos se quedaron en silencio un par de minutos. Tal vez más. Olivia dejó caer la cabeza en el cristal, mirando el cielo absorta en sus pensamientos.

—Hace unas semanas James me dijo algo que me dio qué pensar —empezó a hablar Sirius muy bajito, rompiendo el silencio.

Olivia lo miró, alentándolo a seguir hablando.

Sirius soltó una risita nerviosa.

—Creo que me gusta alguien —dijo Sirius casi inaudiblemente, esperando que la única que lo hubiera escuchado hubiera sido Olivia.

La chica vaciló.

—¿Quién no te gusta a ti? —bromeó ella sonriendo.

—Creo que me gusta alguien de verdad —aclaró Sirius.

Olivia fingió una mueca de sorpresa.

—Sirius Black, el galán de Hogwarts, se ha enamorado —se burló ella de nuevo— ¿Quién puede creerlo?

—Hablo en serio —se quejó el chico rascándose la nuca con una mueca. Parecía avergonzado.

Olivia se quedó mirándolo un par de segundos sin saber qué decir.

—Creo que me gusta porque... —Sirius parecía no encontrar las palabras adecuadas— ¿Alguna vez has sentido que perteneces a un lugar? ¿Qué sabes que pase lo que pase, y que pase cuánto pase, siempre vas a poder volver a ese sitio, a estar seguro y feliz con las personas que quieres?

Olivia se quedó completamente seria al escuchar a su amigo, y terminó por negar con la cabeza a los pocos segundos.

—Yo tampoco —informó él— James me habló de esa sensación una vez, refiriéndose a cada vez que vuelve a su casa, con sus padres. A su hogar —Sirius se tomó una pausa para suspirar— Yo nunca he tenido ese sentimiento. Tal vez lo más parecido sea cuando volvemos a Hogwarts, cuando volvemos a ser los merodeadores y da igual lo que pase fuera, porque estamos juntos. Pero el sentimiento de James no tiene fecha de caducidad, el mío si. Concretamente, cuando nos graduemos.

Olivia Ross | Meradeurs EraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora