𝕌𝕟𝕔𝕒𝕟𝕟𝕪 /𝕁𝕒𝕤𝕡𝕖𝕣 ℍ𝕒𝕝𝕖

✧Capítulo 4✧

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Ese molesto olor a perro mojado inundó las fosas nasales de Jasper y una mueca de desagrado interrumpió el beso que estaba disfrutando con Lucy.

—¿Qué sucede?— preguntó extrañada, intentando ocultar su preocupación. Lucy está segura de que se lavo los dientes antes de salir.

—Creo que las vinieron a saludar…— respondió con voz monótona, escuchando las palabras que Edward le dedicó a la distancia.

—¿De qué…?— una voz conocida la interrumpió.

—¡Bella, Lucy!— un sonriente Jacob caminaba hacia las mellizas, seguido de un arrogante Isaac.

—¡Jacob!— saludaron las Swan con alegría. Jasper y Edward se alejaron unos metros para darles privacidad, pero a una distancia prudente para intervenir. Si, no era mucha privacidad en realidad.

—Hola, fortachón. ¿Sabías que los esteroides anabólicos son malos para tu salud?— preguntó Bella sin poder apartar sus ojos de los fuertes brazos que Jacob tenía.

—Isaac, creo que tú ya te acabaste una tienda completa de esteroides— bromeó Lucy, Isaac la miró con una ceja alzada.

—Creeme, todo esto es solo gracias a la genética— aseguró riendo internamente por sus palabras, era verdad al fin y al cabo.

—Claro…— Lucy giró los ojos divertida. —¿Y qué haces aquí? Recuerdo escuchar a Jacob decir que ya no le agradabas por el culto en el que estás— mencionó cruzándose de brazos con expresión burlona.

—No es un culto— negó rápidamente, su expresión arrogante cambió a una de preocupación al escuchar las palabras de Lucy. —Y lo escuché decir que vendría a saludar a su amorcito por su cumpleaños, así que decidí venir para hacer lo mismo, amorcito— respondió recuperando sus compostura. Sin vergüenza alguna de sus palabras.

—Te ordeno que te abstengas de decirme "amorcito"— lo apuntó seriamente. —Sabes que estoy con Jasper, no es correcto que hagas ese tipo de bromas, Clearwater— habló severamente, aún así, la sonrisa del Quileute no se borró.

—Está bien, pelirroja. No vine aquí para molestarte— levantó sus manos con inocencia. Claro que había sido su intención. —De hecho, te traje un regalo— mencionó metiendo la mano en su bolsillo delantero. —Feliz cumpleaños, Lucy— esa fue la primera oración que Isaac dijo que no tenía pizca de burla o arrogancia.

Lucy miró la cajita con duda, debatiéndose mentalmente si era correcto aceptar algo que viniera del chico o no. Finalmente, su lado infantil que amaba recibir regalos ganó la batalla. Aunque a decir verdad, el puchero que el chico estaba haciendo también fue un factor.

—Gracias, Isaac— agradeció soltando un fuerte suspiro. Tomó la cajita, encontrándose que estaba envuelta en papel de periódico. —No puedo creer que aún lo recuerdes— mencionó soltando una risita, aún sin romper la envoltura.

—¡Pero claro que sí!— exclamó Isaac, fingiendo indignación. —Cumplí 6 años y tú me obsequiaste un bate de béisbol, lo firmaste con marcador negro y lo envolviste en periódico para darmelo— relató Isaac mirando sonriente a la chica.

—Por neptuno…— murmuró avergonzada, tapó sus ojos con una mano al no resistir la mirada intensa de Isaac.

—Aún lo tengo, ¿Sabes?— dijo el moreno, provocando una mirada incrédula en Lucy.