🩸𝕮𝖆𝖕𝖎𝖙𝖚𝖑𝖔 𝖙𝖗𝖊𝖘🩸
𝐋𝐀 𝐂𝐑𝐈𝐏𝐓𝐀.
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El alba apareció después de varias horas pero Porchay no pudo verlo porque la habitación no tenía ventanas hacia el exterior, sin embargo supo que de alguna manera ya había amanecido. Le dolía las extremidades después de pasar toda la noche y madrugada con las rodillas encogidas y titiritando de miedo, la visita de Kimhan había sido él acaecimiento más espantoso que había vivido en toda su vida.
Temía tanto que volviera a suceder... ni siquiera tenía el valor suficiente para mirar hacia los barrotes de la ventanilla, ese pasillo lúgubre le susurraba y no estaba listo para un próximo enfrentamiento, no sin conocer la verdadera naturaleza de Kimhan, no sin saber a que diablos se estaba insolentando.
Y se preguntó seriamente si estaba desafiando al mismo diablo que logró colarse por las paredes del internado, no sabía porqué Kimhan estaba merodeando en ese lugar, pero estaba seguro que no era fortuito, algo quería... el problema era averiguar ¿qué? Sin que lo matara.
Pudo haberlo hecho anoche, nadie lo detenía... la fuerza de esa criatura era... descomunal, Porchay pensó que le rompería la quijada y luego la espalda cuando lo tiró hacia la cama, entonces la indagación al final del día fue... ¿por qué no lo mató? ¿Por qué tuvo piedad? Después de conocer aquellos ojos rojos llenos de maldad, Porchay sabía que Kimhan no tenía alma y por ende, no podía ver su aura... un ser como él no podía tener algo tan humano como el alma. Se negaba a creer que Kimhan era humano.
Y entonces realmente temió, ¿si él no era humano? ¿qué era? temía por sus compañeros porque significaba que todos en el territorio estaban corriendo peligro, temió por Florian, ¿y si Kimhan en venganza iba por él en la noche? necesitaba comunicarse con su mejor amigo a como diera lugar, pero no sabía cómo, nunca han podido comunicarse mientras uno de ellos estuviera encerrado en los calabozos, era realmente complicado.
Miró la lampara de aceite colgaba al lado de la puerta, era lo único que alumbraba su pequeña habitación, era casi asfixiante estar allí y saber que un monstruo anda caminando sin conmoción alguna por los pasillos no lo hace más fácil. Las paredes de piedra guardaban un frio desagradable, Porchay tuvo que recurrir a una de las capas negras que cubrían gran parte de su cuerpo, usualmente, los alumnos las usaban en épocas de invierno justo como ahora, pero Chay no era una persona tan cosquillosa con el frío, y sin embargo, en ese lugar, los huesos se le congelaban.
Nunca había detestado tanto el invierno como ahora, incluso podía decir qué extrañaba vagamente la calidez de Tailandia, aunque fuera lo único que echara realmente de menos.
Al ser una construcción tan antigua y los muros eran de roca podía escuchar, si podía atención, el eco de quien bajara las escaleras desde el sótano hasta las mazmorras, Porchay saltó de su cama y se pegó a la pared, buscó desenfrenadamente con los ojos un objeto punzante para defenderse pero no encontró nada más que una pluma, la empuñó con fuerza siendo consiente de que si iba a morir, lo haría luchando y no dejándose ganar.
Tocaron la puerta... dos veces, luego tres ves... suave y sin ser muy escandaloso, eso no podía ser Kimhan, él no tocaría la puerta si quisiera entrar, lentamente bajó la pluma y avanzó dos pasos.
– ¿Quién es? – preguntó, su voz salió más rota de lo que deseaba.
– Porchay, soy yo... ¿puedo pasar? – preguntó Avery
¡¿Pero qué hacía ese chico allí?! Chay sonrió, exhalando una suplica de alivio.
– Claro que sí, adelante – dijo lo suficientemente fuerte para que lo escuchara.
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VAMPIRE - KIMCHAY
RomanceEl 31 de octubre de 1880, Kimhan Theerapanyakul arribó al famoso internado Saint-Montreaux en los Alpes Suizos ... y desde entonces, Porchay Kittisawats supo que su sosiego en las noches sería perpetuamente consumido por él.