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Como la leñadora ya tenía la madera de sus clientes cortada y lista para la entrega en su camioneta, le dijo a Theresa que se subiera al asiento del copiloto y la acompañara a entregar los pedidos.

Mientras viajaban por las carreteras y calles que rodeaban al bosque de Colossus, la empresaria descubrió lo popular y querida que Casey era por la región.

Todos los habitantes de Rhyes la trataban con un cariño y una calidez que los ciudadanos de Ithaka nunca habían demostrado hacia Titanis. Y cuantas más familias y negocios ambas visitaban, más ella entendía por qué su ex novia se había quedado por allí, por tantos años.

El lugar era hermoso, los residentes eran ambles, el precio de todo era relativamente barato... ¿Quién querría irse?

—Después de que terminemos de hacer las entregas, pasemos al mercado y hagamos unas compras para tu alacena. Podemos almorzar aquí en Rhyes si es que quieres, pero igual tienes que llenar esos armarios o te morirás de hambre. Porque cuando comienza a llover por estos lados, es muy difícil que pare. Y es muy probable también que te quedes encerrada adentro de tu casa por un rato.

—Por mí todo bien.

Ambas siguieron su itinerario al pie de la letra. Y mientras Casey manejaba, fueron conversando más sobre la vida en el poblado, los refugiados de otras galaxias que vivían por allí, y los frecuentes avistamientos de OVNIs en la región.

—Hace un año me abdujeron unos Neptunianos, por error. Estaba afuera de mi cabaña por la noche, bebiendo un té, cuando de pronto escuché un "¡VroOoOoM!", sentí a mi cuerpo levantarse del suelo sin mi control, y noté entonces que ellos me estaban arrastrando hacia arriba con uno de sus rayos tractores. Por lo que me contaron después querían raptar a un hombre humano, sedarlo y hacerle unos estudios biológicos. Se llevaron la sorpresa de la vida al descubrir que: Uno, soy mujer; dos, no soy humana. Pero en fin... los estudiantes de Macrobiología Terráquea que estaban dentro de la nave igual me agradecieron por dejarlos  tomar muestras de mis células.

Theresa, entre horrorizada y divertida por la situación, frunció el ceño y sonrió, al mismo tiempo.

—¿Por qué dejaste que te hicieran eso?...

—¡Eran científicos! ¡Profesores! ¡Exploradores!... ¡No podía dejarlos volver a su planeta con las manos vacías!

—Así que... ¿Dejaste que un grupo de aliens experimentara contigo?

—Eso sonó pésimo...

—Entendiste lo que quise decir.

—Pues sí —Casey dio de hombros—. Ya no le temo a los otros seres cósmicos. He peleado con ellos, he hablado con ellos, he corrido de ellos, los he perseguido... Sus métodos, procedimientos, actitudes y su tecnología ya me asustan. Ellos en sí ya no me asustan. Mucho menos los Neptunianos. Son una raza que alaban a la ciencia y a los estudios, nada más. Tienen su guardia imperial, pero no favorecen a la guerra. Son pacíficos. Y si los puedo ayudar con algo, lo haré. Además, me pagaron de buena manera.

—¿Cómo?

—Me dieron tres botellas de Koftalak, una bebida fabricada en Haumea...

—¿Haumea? ¿No es ese un planeta enano de Neptuno?

—Lo es.

—¡¿Hay vida allá?!

—Sip. Y me imagino que debe ser un shock para ti oír eso. Pero te sorprendería aún más saber que los Haumeanos son conocidos entre los aliens por tener los mejores licores y substancias embriagantes de la galaxia. Y digo "substancias" porque no existe una palabra exacta para definir lo que ellos producen. El Koftalak por ejemplo, ni siquiera podría llamarse bebida... es más parecido a un vapor, que a cualquier otra cosa. No sé cómo describírtelo. En mi lengua, se llama Titlásht...

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