Lα ραȥ ɳσ ԃυɾα pαrα Şiē๓prē

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Theresa, queriendo apartar las malas vibras y la tristeza que tendía a consumirlas, decidió conectar su celular a los parlantes de la sala y ponerles un poco de música de fondo mientras preparaban la cena.

Como ambas tenían un gusto muy variado, fueron de pop genérico de los 90's, a indie de los 2010's, a rockabilly, a jazz, a R'n'B​ de los 70's, a pop punk de los 2000's, en menos de dos horas.

Mientras Casey intentaba ayudar a Theresa a preparar la salsa de la pizza —y ella golpeaba y estiraba la masa con ganas— los parlantes comenzaron a tocar una de sus bandas favoritas, Green Day.

—¿Te acuerdas de cuando fuimos a su concierto? —la ingeniera preguntó, sonriendo.

—Obvio. Fue uno de los mejores cías de mi vida.

—Lo fue... Pero también fue una maldición para mí, porque desde entonces esta canción... —Theresa apuntó a los parlantes con una de sus manos sucias de harina—. No sale nunca de mi cabeza. De hecho, la escuché en bucle por días, después de que dejamos de hablarnos.

—¿"Whatsername"?

—Sí... Me acuerdo que abrir una botella de vino y gritar esta letra a todo volumen en mi departamento, hasta que mis vecinos comenzaran a reclamar, se volvió mi actividad favorita.

—Quién lo diría, ¿no? Que la heredera de los Schnell tiene una vena emo... es sorprendente.

—Oye, Green Day no es emo. Es pop punk. Hay una diferencia.

—Se pasarán años y seguiremos teniendo esta misma discusión, por lo que veo —Casey se rio.

—Y nunca llegaremos a un acuerdo. Pero Green Day no es emo.

—El delineado de Billie Joe diría lo contrario.

—¿Y desde cuando delinearse es emo? —Theresa hizo una mueca incrédula.

—¿Puedes al menos aceptar que ellos son los padres del género emo?

—¡No!

—¿Abuelos?

—¡Peor todavía! ¡No!

Ambas siguieron molestándose. En determinado punto, Casey, para irritarla aún más, agarró un poco de la harina de la encimera y se la tiró encima a modo de broma. La ingeniera, asombrada por su osadía, soltó la masa y decidió vengarse. Corrió detrás de ellas con las manos cubiertas de polvo y óleo, lista para ensuciarla de pies a cabeza.

La leñadora echó a correr hacia la sala, luego de esquivarla en la cocina, y se dejó ser tacleada en el suelo, cerca de la chimenea. Ambas terminaron teniendo una lucha de mentira sobre la alfombra, que solo finalizó cuando la canción acabó y otra tomó su lugar.

Al oír las primeras notas, la expresión contenta de Casey se volvió aún más alegre.

—Hey, ¡a papá le encanta este tema! —ella exclamó y se levantó del suelo, ayudando a Theresa a hacer lo mismo. Sin que tuviera que decirlo en voz alta, la empresaria supo que estaba hablando del señor Stevens—. "I wanna trip inside your head, spend the day there... To hear the things you haven't said, and see what you might see..."

La ingeniera no se acordaba se haber agregado aquella canción en específico a la playlist, pero así que la escuchó, sus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas.

No por la letra en sí, sino por los recuerdos atados a ella.

Era la canción que el señor Stevens había tocado en el funeral que le hicieron a Casey, dos semanas después de que fuera declarada muerta. 

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