¿Qυιéɳ ҽʂ Tιƚαɳιʂ?

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Ithaka 2027 - 2032

La familia Schnell siempre había sido una familia militar. Todos sus miembros, en todas sus generaciones, habían sido influyentes de una forma u otra en las fuerzas armadas.

Theresa Schnell no era la excepción. Pese a no ser una oficial de combate como su hermano menor, el general Otto, ella sí poseía un puesto importante adentro de la defensa nacional; era la directora ejecutiva de las industrias ORION —un conjunto de compañías responsables de manufacturar 70% del armamento militar de su nación—, además de ser una ingeniera de renombre en las FF.AA.

Pero lejos de la sombra de su familia, también había construido su propia fama. Era una filántropa. Una activista medioambiental. La dueña de la organización no gubernamental GEA, cuya meta principal era luchar por la preservación de la flora y fauna nacional.

Y por esto, era conocida popularmente como la "mujer del mañana".

Una celebridad. Una estrella. A sus veintisiete años de edad, ya había alcanzado la gloria.

Pero todo su imperio casi se vino abajo con la llegada de una superheroína en cuestión:

Titanis.

Nadie sabía mucho sobre el origen de dicha... criatura. Apenas que era virtualmente indestructible, poseía una fuerza sobrehumana, un don inexplicable para controlar diversos elementos naturales, una inteligencia avanzada, la habilidad de volar, una vista de águila, podía cambiar de forma, y al parecer, era políglota.

Theresa —así como los demás habitantes de la ciudad costera de Ithaka— asumió que tal ser poseía más poderes ocultos. Pero por meses, estos fueron los únicos que captados por las cámaras de televisión y por los ojos de los espectadores curiosos, que se detenían a observar sus actos milagrosos de cerca.

Sin embargo, pese a su miríada de talentos, Titanis no era una entidad malvada. Aparecía apenas cuando la urbe estaba en grave peligro, luchaba por su bienestar, la salvaba y se iba, sin hablar excesivamente con nadie, ni incomodar a nadie.

Y aún así, pese a dicho pacifismo, de alguna manera su mera existencia se convirtió en un "problema" para el gobierno del país.

Bueno, eso sería generalizar. Era el general Otto en específico quien la detestaba.

Cegado por su Hibris, él intentó desafiar a la diosa, múltiples veces. Primero, con sus tropas. Luego, con sus tanques. Después, con sus misiles. Y al ver que seguía perdiendo cada nueva batalla, decidió tomar las riendas de la situación en sus ásperas manos y resolverla por cuenta propia.

Se construyó una armadura revestida de Grafeno, armada con cañones, metralletas y propulsores, y declaró que derrotaría a la entidad en persona, por el "bien de la humanidad".

Ambos lucharon, y lucharon, y lucharon infinitas veces, pero sin importar cuan ingeniosa fuera la nueva estrategia del general, la criatura siempre terminaba venciendo la pelea.

Aún así, a pesar de las continuas disputas y derrotas de Otto, Titanis se negaba en matarlo. Otra vez, su pacifismo era pleno.

De hecho, con cada nuevo desenlace ella parecía tenerle más y más pena al militar. Al inicio apenas lo miraba de lejos, caído en el suelo, herido e indefenso, suspiraba con una expresión triste y se marchaba sin hacer un solo comentario al respecto.

Ahora, hasta lo levantaba en sus brazos, lo trasladaba a un hospital cercano, y lo dejaba allí para que recibiera el debido tratamiento para sus lesiones.

Él no se sentía grato por nada, claro.

Su eterna paciencia y sus continuas demostraciones de misericordia no fueron bienvenidas en lo más mínimo. Apenas sirvieron para molestarlo más y más.

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