Cap. 009

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Lentamente avanzaron hacia la terraza cuando las luces empezaron a apagarse hasta que solo quedara una tenue luz. Jimin se sentó sobre el asiento de pierda a la orilla del balcón y estiró su mano para que JungKook la tomara y se sentara a su lado.

—Jimin.— le dijo mientras tomaba sus manos y agachaba la cabeza para verlas — ¿Eres feliz aquí conmigo? — Jimin le sonrió enternecido.

—Si.— le contestó. Lentamente su sonrisa fue cayendo, miró el cielo estrellado y apretó sus manos sostenidas por Jeon.

—¿Qué sucede? — tomó con extremo cuidado la mejilla de Jimin y lo hizo voltear hasta mirarlo a los ojos.

—Nada, solo...— ladeó su cabeza mirándolo con ojos tristes —Extraño a mi padre, y quisiera verlo aunque sea solo unos segundos.— negó con la cabeza — Pienso mucho en él.— JungKook no pudo evitar formar una mueca ante el sentimiento de culpabilidad que albergaba en su pecho. Suspiró hondo. Luego, medio sonrió al recordar.

—Hay una manera.— se levantó y tiró la mano de Jimin hacia dentro de la gran casa. Jimin confundido, lo siguió hasta la habitación de la bestia. JungKook avanzó hasta la pequeña mesa donde se encontraba aquella rosa mágica, y tomó el espejo que estaba al lado — Este espejo te mostrará lo que sea.— le dijo mientras se lo enseñaba — Solo pide lo que quieras ver.— dijo con voz suave y calmada mientras se lo entregaba.

—Quisiera ver a mi padre, por favor.— le pidió al espejo una vez lo tuvo en sus manos. El reflejo de Jimin fue distorsionado hasta que otra imagen tomó su lugar — ¡Papá! — dijo aterrado cuando vio a su padre en medio de la tormenta, luchando por poder avanzar en la nieve — Oh no.— JungKook se acercó a Jimin para ver al desvalido hombre apenas aguantar el frío del bosque — Debo, debo ir a ayudarlo.— susurró Jimin sin poder quitar la vista del espejo. El mayor miró la rosa resplandeciente con pesadumbre para luego ver a Jimin, quien limpiaba sus lágrimas rápidamente de sus mejillas.

—Entonces ve con él.— Jimin lo miró confuso.

—¿Qué has dicho? — JungKook desvió la mirada.

—Te dejo libre.— tensó su mandíbula al notar lo difícil que fue decir aquello — Ya no eres mi prisionero.— Jimin agachó su cabeza y asintió mientras mordía el interior de sus mejillas para evitar llorar.

—Gracias.— le susurró — Gracias por entender que mi padre me necesita.— Jimin le tendió el espejo, pero JungKook no lo tomó.

—Ahora lo necesitas más que yo.— le dijo — Además, así podrás verme cuando pienses en mi.— Jimin le sonrió con pesar. Se acercó más a la bestia y lo abrazó rápidamente, para luego correr hacia la puerta.

—Señor, creo que todo va estupendamente.— dijo Jin mientras entraba unos segundos despumes a la habitación de JungKook — ¿Señor...?

—Lo dejé ir.— dijo calmadamente mientras sostenía sus manos tras la espalda y miraba con pesar su reflejo en la ventana.

—¡¿Que hizo qué?!— gritó horrorizado, poniendo sus nudillos a cada lado de su boca — ¿Cómo pudo hacer eso? — nuevamente gritó, llamando la atención de Taehyung.

—Tenía que hacerlo.— dijo simplemente sin girarse. Taehyung miró a Jin con confusión.

—Pero... ¿Por qué?

—Porque después de tanto tiempo, por fin sintió el amor.— dijo Hoseok quien se apoyaba en el marco de la puerta cruzándose de brazos lentamente.

—¡Entonces! ¡Se romperá el hechizo!.— dijo Taehyung con optimismo.— ¿No...?

—No Tae, no es suficiente.— negó con la cabeza. Taehyung dejó caer su sonrisa —Jimin también tiene que amarlo.

—Pero ya es demasiado tarde.— dijo Jin saliendo de la habitación.

¡Esa es mi Bestia!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora