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Capítulo 1

Un nuevo amanecer

No tuvo que pasar mucho tiempo para que pudiera descubrir lo que había pasado.

En efecto, yo estaba muerto, y había pasado poco más de un año desde que aquella batalla sucedió. Desde que todo había acabado, al menos para ustedes.

Lo descubrí por la forma en que hablaban, por la manera en la que se referían a ese día como algo ocurrido en el pasado, como un recuerdo borroso que preferirían olvidar. Y era bastante extraño, el ver cómo se hablaba del día de mi muerte como un día más.

Aunque no siempre era así. A veces te veía llorar por las noches, sosteniendo entre tus manos la última de mis posesiones que pudiste conseguir. También veía a Tomioka, y el pobre estaba tan destrozado como tú, si no es que más. Se notaba que ninguno de los dos podía soportar la culpa de haber sobrevivido, y era lógico que el simple hecho de haber experimentado algo tan traumático los dejó marcados de por vida.

Aquella mañana, si no me equivoco fue en noviembre de 1913, te despertaste más temprano que de costumbre y saliste a comprar la comida para la semana. No sé por qué, pero algo que siempre noté es que, por lo general, a Giyuu le costaba un montón levantarse por la mañana. Tú, sin embargo, lo respetabas. Asumo que entendías lo cansado que él estaba, incluso tal vez te sentías de una forma similar.

No estuviste fuera mucho tiempo, pues a penas había pasado una hora cuando volviste. Dejaste las cosas en la cocina e inmediatamente fuiste a ver cómo se encontraba el antiguo pilar del agua (me es extraño decirlo así, después de todo, lo último que supe antes de morir era que la guerra entre demonios y cazadores aún no había terminado).

La forma en que te agachaste junto a él y sacudiste su hombro con delicadeza era la misma en la que nos despertabas a mí y a nuestros hermanos. Lo hacías con una dulzura y un cariño que creí que habías perdido hacía mucho tiempo.

— Yuu... Yuu, despierta. Quiero enseñarte algo — dijiste suavemente para despertarlo.

Confundido, el chico despertó frotando sus ojos con su mano, frunciendo el ceño.

— ¿Pasó algo? ¿Qué hora es? — preguntó, aún sin estar despierto del todo.

— Ya es mediodía, Giyuu — respondiste, riendo por lo bajo. — Ven. Estoy seguro de que lo que te quiero enseñar te va a gustar.

Le ofreciste una mano, la que ya no tenía todos los dedos, y Giyuu la aceptó sin dudarlo. Caminaron juntos al jardín, aunque era evidente que el chico de cabello negro aún no estaba consciente de lo que sucedía.

El pasto estaba en perfectas condiciones como era habitual, pero de todas maneras pusiste una manta sobre él antes de que ambos se sentaran. Después de haber estado viviendo unos meses con ustedes (aunque el único que sabía sobre mi presencia en su hogar era yo) había descubierto que Tomioka no era una persona que sentía las cosas como los demás, sino que era mucho más sensible, y tú lo tenías más que claro.

Pero por Dios, cómo te gustaba ¿No? Cuando amas a alguien, es imposible no amar cada pequeña parte de él. Aunque parezca insignificante.

Era obvio que estabas un poco nervioso, pero también feliz. Mientras Giyuu estaba perdido en sus pensamientos, mirando hacia la nada, cortaste un lirio azul del jardín, y lo colocaste con cuidado en el cabello del otro chico. El contacto de tu mano hizo que se sobresaltara, pero después de mirarte, sonrió un poquito.

Crónicas de un huracán || Kimetsu no Yaiba Fanfic ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora