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Capítulo 5

El filo de una katana

— Te va a arder un poco, pero tienes que aguantar. Hazlo por mí ¿Va?

Giyuu asintió y apretó los ojos, cerrando fuertemente su mano. El alcohol sobre sus heridas se veía extremadamente doloroso. El chico hizo una mueca de dolor, erizándose ante el contacto del líquido con su carne abierta.

— Mierda — masculló, apretando los dientes —. Duele.

— Lo sé, mi vida, lo sé. Ya va a pasar. Yo te cuido.

Dejaste un suave beso es su frente, a lo que él reaccionó cerrando sus ojos e inclinándose hacia adelante, acurrucándose contigo.

— Qué vergüenza — susurró Giyuu. Frunciste el ceño, pero decidiste escucharlo—. Soy un adulto, un pilar retirado, y alguien tiene que cuidar de mí. Qué ironía. Me siento estúpido.

Suspiraste y negaste con la cabeza, besando ésta vez su mano.

— Giyuu, tú sabes que eso no es cierto. Tú eres independiente y lo sabes, sólo que, como todo el mundo, a veces necesitas ayuda — suspiraste, tomando su mano entre las tuyas —. Pero, mi amor, tienes que entender que no estás bien. Lo que hiciste me preocupa mucho ¿Cómo puedo ayudarte?

El chico se encogió de hombros, mirando hacia abajo. El contacto visual no era su fuerte, en especial cuando estaba agobiado. Mordió su labio inferior, intentando retener las lágrimas. Tú, en cambio, ni siquiera intentaste hacerlo. Tus mejillas estaban húmedas, pero no podía importarte menos.

Al final, Giyuu no respondió en lo absoluto. Ni siquiera levantó la mirada. Abatido por el dolor y la frustración, sólo podía temblar.

Creo que tú sabías más que nadie cuán grande era el dolor que sentía Tomioka en ese momento. Y no hablo de sus heridas.

— Giyuu, mi niño ¿Qué tienes? Por favor, déjame ayudarte. Fui un idiota, pero lo único que quiero es ver esa preciosa sonrisa en tu carita. Te amo.

Llenaste su rostro de besos, sin parar de llorar. Lágrimas caían por tu rostro, más no parabas de dejarle besos por sus mejillas, frente, nariz y labios.

No esperaba verte llorar como lo hacías en ese momento. Incluso yo llegué a sentir algo cercano al dolor físico. Por tí, por él, por ustedes. Los dos tenían problemas aún sin solucionar y se estaban viendo afectados por ellos.

Verte llorar de esa forma me dolía de sobremanera. Acunabas las mejillas del antiguo pilar del agua, sollozando, mientras que el contrario miraba hacia el vacío con la mirada perdida.

Te entiendo, yo también me sentía estúpido a veces, cuando perdía el control. Sé que la culpa no es del todo nuestra, pero tampoco estaba bien.

— Perdón, mi amor, perdón. Nunca más te voy a hacer daño. Y si lo vuelvo a hacer, golpéame. Golpéame y vete. No lo dudes. Lo único que quiero es estar contigo, pero odio verte sufrir — hablabas lo más claramente que podías, a pesar de las lágrimas—. Y si yo te hago daño, mi Giyuu, entonces prefiero estar sin ti que estar contigo y hacerte mal.

Giyuu abrió de par en par los ojos, perplejo. Sí, aún estaba algo disociado, pero escuchar esas palabras lo dejó, por decir lo menos, impactado.

— Sanemi — tomó tu mano mientras  ésta aún seguía sobre su mejilla, por fin levantado la mirada—. No vuelvas a decir eso, por favor. Te amo. Yo jamás te dejaría. Incluso si me haces daño.

Crónicas de un huracán || Kimetsu no Yaiba Fanfic ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora