¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Flores, miradas y besos robados, románticos paseos en dragón a la luz de la luna abundaban en tu relación con Daemon. Era dulce contigo, protector y cariñoso, dispuesto a luchar contra cualquiera que se atreviera a manchar tu nombre. Todas las cualidades de un buen novio y futuro marido.
También era... un gran provocador. Uno implacable se podría decir, horriblemente cuando se dio cuenta de lo fácil que eras de irritar.
Incluso al volver de un baile formal, con los ojos puestos en ti desde todos los ángulos cuando entrabas por la puerta, se atrevía a pasarte los dedos por la espalda despacio, muy despacio y suavemente, y hacer que te estremecieras visiblemente.
── ¿Algún problema, cariño? ── Su sonrisa de satisfacción lo decía todo, sabía lo que hacía, tú pensabas que también hasta que acabaste apretada contra la fría pared de piedra del pasillo.
── Por lo que veo, el problema lo tienes tú, cariño. Estábamos en medio de un gran acto público, es importante. ¿Por qué actúas así?
── ¿Así cómo? ── Se acercó más, con el pulgar y el índice sujetándote la barbilla, haciéndote incapaz de huir del calor de sus ojos. No se movió, esperando, esperando, exigiendo en silencio una respuesta.
── Posesivo ── Oh no, sus inocentes ojos de cachorro no iban a funcionar ahora, conoces este truco ── Me hiciste gemir Daemon. En una habitación llena de gente muy importante.
Los ojos de Daemon ya no eran divertidos, en su lugar se volvieron a esa mirada férrea, penetrante e implacable que daba a aquellos que no querían que el Sol volviera a salir.
── Entonces deberían aprender a mirar a otra parte, no a lo que es mío.
── ¿Qué? Pero... No te dejaría, por ninguno de ellos ── No te importaba cuánto miraran o quién lo hiciera, lo que Daemon y tú tenían era inquebrantable.
── Lo sé. Y ellos también deberían saberlo si saben lo que les conviene. Podría haberlos matado a todos, pero eso arruinaría este bonito vestido que llevas. Así que decidí tomar un enfoque menos violento. Además, hay otras formas de... reivindicarnos mutuamente ── Unos labios cálidos se posaron sobre los tuyos, rozándose brevemente antes de apartarse.
── Para ── Refunfuñaste y te reíste contra su pecho.
── No podría. Todo lo que quiero hacer es honrar a mi cama con tu presencia esta noche ── Bueno, ya te habías ido de la fiesta, y lo que él sugería sonaba mucho mejor que intentar impresionar a gente a la que no le importabas nada más allá de tu estatus.
No como Daemon, que incendiaría el mundo por ti y lo reconstruiría desde las cenizas contigo a su lado.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
