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—Ah, ya veo. Lo que quieres es recluirme. Maldito Willywuss. ¿No es así?

—¿Qué infiernos es un Willy-wuss?

Jungwon entrecerró los ojos hacia Hueningkai y tomó su bolsa de mensajero. —No cambies el tema. Admítelo. —Destrozaba a Jungwon que su primo fuera igual que su padrastro. Ninguno de ellos lo entendía, y ninguno de ellos lo querían alrededor. Su padrastro había renunciado a él y enviado a Jungwon a vivir con Kai y sus padres. Y ahora Kai estaba comenzando con esa mierda. Algún día no iba a poder mantener sus viejos párpados abiertos.

No dolió tanto como cuando su querido padrastro le dijo a Jungwon que estaba loco. Pero por alguna razón dolía como el infierno cuando venía de Kai.

—No estoy tratando de recluirte, Jungwon. Solo le pedí a mi mejor amigo que te ayudara —Kai protestó.

—¿Ayudarme en qué? ¿Hmm?

Kai sacudió la cabeza y movía su dedo de un lado a otro frente a él. —Oh no, no te atrevas a atraparme con esa pregunta. Solo estás tratando de enredarme. —Los labios de Kai eran una delgada línea mientras veía a Jungwon.

Jungwon no escuchaba. Sacó unas camisetas de la canasta, levantó un perdido calcetín del suelo, y tomó su granja de hormigas. Trató sin resultado de meter la granja en la bolsa. La maldita cosa era demasiado grande.

Mirando alrededor vio una bolsa de plástico de compras en una esquina. Jungwon cruzó el cuarto y la levantó, lanzó su cepillo de dientes, su revista Mad—Con el especial de Spy vs. Spy—y un cepillo en la bolsa de plástico.

Después de atarla en la hebilla de su cinturón, se pasó la correa de su bolsa de mensajero por la cabeza asegurándola sobre su hombro. Finalmente caminó hacia la cama, levantó su granja de hormigas y la apretó contra su pecho. —Bueno, me largo.

—Te digo que no te estoy insultando —Kai decía detrás de él—. Solo estoy tratando de ayudar —agregó.

—Ayuda esto. —Jungwon se giró, sacó la lengua, se volvió a girar y se dirigió a la puerta del frente y bajó los escalones del porche. No había manera de que dejara que Kai lo recluyera. Con esa pálida piel, el blanco se le veía terrible. Esas camisas de fuerza deberían de venir en una variedad de colores. Qué mal que no tuvieran los colores del arco iris.

Rodó los ojos cuando oyó los fuertes pasos de Kai bajar las escaleras detrás de él.

—No te atrevas a salir de aquí. —Kai corrió frente a Jungwon y colocó sus puños en sus caderas, sus labios eran una delgada línea de nuevo, su mirada sosteniéndola con valor—. Regresa arriba, señor.

Jungwon miró fijamente a Kai, aturdido durante un momento antes de soltar una carcajada. —Soy unos años mayor que tú, en caso de que lo hayas olvidado. 

—No actúas como tal.

—No estoy tratando de recluir a un miembro de mi familia —argumentó.

Kai levantó las manos y gruñó hacia el cielo. —No estoy tratando de recluirte, por centésima vez. Todo lo que quiero es que hables con mi amigo Beomgyu.

Jungwon trató de rodear a Kai, pero su primo no se movía. ―Mira, es lo mismo que mi padrastro dijo. Todo lo que tenía que hacer era hablar con su amigo, el doctor Vía. No voy a caer en eso de nuevo. ¡Ahora muévete!

Kai levantó las manos frente a él, como si tratara de detener a Jungwon sin tocarlo. —Bien, no tienes que hablar con él.

Jungwon veía a Kai. No estaba seguro si debería confiar o no en él. Había sido engañado antes. Su padrastro le había dicho que el hombre era un doctor en medicina pero cuando llego ahí, el doctor Vía ya tenía los papeles para ordenar su internación. Jungwon había tenido que hablar bien rápidamente para salir de ahí. Gracias a los dioses el doctor Vía había estado de acuerdo con él y no con su padrastro.

El secreto de Jungwon -SungWon-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora