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—No te muevas. —Levantó las manos hacia Sunghoon mientras sus ojos escaneaban el suelo. Jungwon sentía que iba a llorar. Su granja de hormigas era la única cosa que realmente le importaba. Sus hormigas no lo juzgaban o trataban de recluirlo. Ellas lo amaban.

Trató de no enfocarse en el hombre en su recámara. Sunghoon era su sueño húmedo caminando aquí y ahora. Sus músculos en sus brazos y hombros parecían una obra de arte. El cabello negro caía en ondas hasta sus hombros y sus ojos eran gris claro. Si esa camiseta estuviera más apretada, se desgarraría.

Realmente le gustaban las bandas de piel que usaba en sus muñecas. Eso le daba una apariencia de rebelde. Jungwon forzó sus ojos a ver el suelo cuando vio algunas de las hormigas meterse bajo un calcetín sucio. Caminó cuidadosamente hacia el escritorio y tomó una hoja de papel, coaccionando a las hormigas a viajar en él y luego llevándolas a su granja.

—Debió de destaparse cuando traté de meterla en mi bolsa —dijo mientras encontraba a algunas más. Él no iba a olfatear al hombre, incluso aunque oliera tan malditamente bien.

Jungwon se enfocó en el suelo, Sunghoon ayudó en la cacería, señalándole algunas de sus mascotas cuando las vio. Estaba asombrado de que el gran hombre no se burlara de él. No lo hizo, en su lugar Sunghoon parecía sólo intentar ayudarlo a encontrar a los pequeños amigos que tenía.

—No creo que pueda encontrarlas a todas. —Sunghoon se sentía tonto cuando una lágrima rodó por su cara. Eran solo hormigas. 

—Seguiremos buscando —Sunghoon dijo suavemente—. Hasta encontrar a todas.

Jungwon sabía que eso era imposible, pero apreciaba el esfuerzo que Sunghoon mostraba. No creía que ni siquiera Kai le ayudaría con eso. —Tengo una idea. —Jungwon cuidadosamente salió del cuarto y se dirigió a la cocina. Tomó varios artículos y corrió escaleras arriba, caminando lentamente cuando llegó a su cuarto. Llegó al centro y vertió una pequeña cantidad de agua con azúcar en el suelo y junto a la ventana.

—Inteligente idea. —Sunghoon se oía impresionado. Él tomó una menta de su bolsillo y se inclinó para dejarla junto al agua con azúcar de Jungwon.

Se sentó en la cama de Jungwon y esperó a que la granja de su amigo se recuperara. Una a una, Jungwon y Sunghoon lentamente llenaron de nuevo la granja.

Jungwon lo veía bajo sus gigantes pestañas. —Gracias.

—No hay necesidad de agradecer. Estoy seguro de que me hubieras ayudado si yo fuera el que estuviera en tu lugar.

Ellos se quedaron sentados en la cama toda la tarde, cazando hormigas. Esa era una nueva experiencia para Jungwon. Nunca había tenido un amigo cercano que le ayudara con cosas como esa. Le agradaba Sunghoon. —¿Podemos ser amigos?

—Creí que ya lo éramos. —Sunghoon le sonrió a Jungwon—. Un tipo no pasa una tarde cazando hormigas si no quiere ser tu amigo.

—Cierto. —Se rio graciosamente. Quería salir corriendo y gritarle al mundo que tenía un buen amigo que quería hacer cosas locas con él—. ¿Qué acerca de mejores amigos?

Jungwon temía que había ido demasiado lejos cuando Sunghoon lo veía divertido. Comenzaba a arrepentirse de su pregunta, cuando Sunghoon habló. —Me agrada eso. 

—Si ya tienes uno, puedo ser el número dos —ofreció sólo en caso de que Sunghoon estuviera siendo cortés. No le importaba mientras Sunghoon siguiera siendo su amigo.

—Eres el número uno, y no olvides eso —dijo Sunghoon mientras señalaba a otra de las hormigas. Jungwon se deslizó de la cama, tomó a su mascota y la depositó de regreso en su granja. Él vio a Sunghoon levantar la granja, viendo a las hormigas recuperadas. —Esto es cool —dijo—. Realmente nunca pensé en estas pequeñas cosas antes.

El secreto de Jungwon -SungWon-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora