La lluvia había cesado, su dolor no, caminaban entre las lápidas buscando la de aquella que una vez le dio la vida y la perdió por su causa, aquella mujer que lo hizo feliz, que fue su mas grande alegría, ella que lo amó y en cuya persona encontraba la vida. Al ver su nombre de nuevo sentía como si su corazón desfalleciera, como si todo cayera allí mismo.
—Soobin, yo... no puedo
—Puedes, eso lo sé— dice con una paz inmensa, da un paso dejando solo al castaño.
—A dónde vas? —le toma del brazo nervioso
—puedes hacerlo solo, es mejor así.
Un paso tras otro deja atrás al de cabellos marrones que se queda en silencio, ha visto a Yeonjun siendo lo que él alguna vez fue, ha notado que aún le duele haber perdido todo, mientras ve en aquella lápida el nombre de alguien que él mismo conoció, aquel nombre que conoció por labios ajenos y que quiso ajenamente.
La amaba, eso lo sabía, por mucho tiempo se culpó por sus muertes y murmuraba entre sus pesadillas sus nombre al tiempo que en su mente veía sus rostros, si tan solo, eso era lo que pensó, ahora lo entendía, entendió muchas cosas en su soledad y aunque fuera extraño eso era lo que lo mantenía bien, lo que le daba vida de nuevo, amó a ambas y siempre lo haría pero la vida le dio cosas y se las quitó dejándole solo las menos importantes pero aún, aún en su interior tenía su recuerdo y eso valía más que todo lo demás.
Se alejó lentamente por el camino principal, un paso tras otro mientras su cabello era sacudido por el viento que indicaba la tormenta llegaría pronto, el recuerdo de Yeonjun dejando caer lágrimas de sus ojos cerrados mientras rogaba por su madre hacía que su corazón se doblase al igual que la impotencia de no poder hacer nada, pero así eran las personas, así es la vida y nada se puede hacer.
Pasaron los minutos en los que solo contempló las hojas de los árboles meciéndose lentamente, su mente se debatía entre lo que la humanidad vivía, la forma en que podía perder a todos en un solo instante, perder a Yeonjun, cuando su risa se fuera, su mirada ya no estuviera más, cuando todo hubiere terminado ¿qué haría?, había escuchado muchas cosas sobre perder a las personas y su hermano fue su prueba principal, pero había olvidado por un instante lo cruel que puede ser la vida y que al final por ley natural todos perderemos aquello que más adoramos, al final se irá todo y quedaremos de nuevo sin nada ni nadie.
Un abrazo interrumpió sus pensamientos, el calor de su cuerpo, su aroma dulce y suave, su cabello suave y oloroso chocaba con sus fosas nasales, respondió envolviendo su cuerpo delicado.
—Eres un idiota
—Si ese nombre te gusta— sonrió, al encontrar su mirada el más bajo envolvió sus labios con los ajenos dejando apenas espacio para una sonrisa
—Gracias
—Estás mejor? —asiente con una sonrisa, una verdadera por primera vez, —vamos a casa?
—Contigo cualquier lugar es mi hogar sin importar qué
Soobin enciende el auto, la lluvia se hace un poco fuerte, no debería conducir siendo menor pero su padre consiguió un permiso, Yeonjun se ve más tranquilo, coloca música y comienza a tararear la canción que suena, verlo brillar así es precioso, algo digno de una revista.
Regresan a casa a eso de las nueve de la noche, las luces están apagadas así que tratan de no hacer demasiado ruido, el de cabellos castaños se prende de sus labios apenas entran a la habitación del mas alto, casi que pierde la respiración, acaricia sus caderas sutilmente, pero son interrumpidos por dos toques a la puerta.
—Soobin, necesito hablar contigo— es su padre, Yeonjun se suelta y le indica que vaya, tiene ya un plan en mente y eso incluye cosas muy buenas para él solo que el pelinegro no debe saberlo, ese es el truco.
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Querido Sr.Choi Soojun
Fanfiction- ¿Has visto a Yeonjun? - ¿El del salón B? - Si ese, dicen que anda con un Choi... Donde Soobin es considerado extraño y solo tiene un amigo o donde Yeonjun se ve envuelto con su peor enemigo ¿cómo amas a tu enemigo? ¿qué pasa si no sabe que lo e...