Capítulo 40

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—Hola, Sasuke.

Sei davvero tu? Non sono ubriaco? [¿De verdad eres tú? ¿No estoy borracho?]

—Sí, soy yo. No, no lo estás.

Aun cuando la veía, continuaba sin poder creer que se tratara de ella y no de otra de sus alucinaciones producto de alcohol. Había tenido demasiadas desde que decidió que la única forma de adormecer tanto sus sentimientos como al lobo era la ebriedad constante. Sin embargo, su perfume natural flotaba por toda la oficina llamándolo igual que una sirena, despertando sus sentidos y haciéndolo sentir otra vez... calmado. En casa, en su verdadero hogar.

Además, la figura en el umbral de la puerta, que era iluminada por la luz del exterior, parecía tan real que hasta deseó ir hacia ella para tocarla.

Nnnon so, nnnnon ti credo. Mmmi sento ubriaco [No sé, no te creo. Me siento borracho] —balbuceó como le fue posible.

—¿Has estado borracho alguna vez?

Nnnon lo so, nnnnon ho mai be-bevuto così tanto [No sé, nunca había bebido tanto].

Sakura, ¿real o imaginaria?, se rio entre dientes a medida que avanzaba hacia él. Cuando se detuvo y se inclinó para verlo a los ojos, Sasuke entendió que no alucinaba. Era ella.

—Pensándolo bien, creo que sí estás borracho.

Amore... —Necesitó respirar profundo—. Amore mio, se-sei davvero tu. Sei venuto [Mi amor, de verdad eres tú. Viniste].

—Pensé que querías verme; pero si no, puedo irme.

—¡No! No... Por favor, quédate.

Resoplando divertida, se sentó en la alfombra junto a él. Sasuke se mantuvo inmóvil, casi sin respirar para no incomodarla, aunque con el corazón palpitándole furioso. Sakura se reclinó sobre el escritorio, recogió la botella casi vacía del piso y se la llevó a los labios. Sasuke la vio hacer un gesto mientras bebía, tal vez debido a la pureza del alcohol que era más bien para cocteles. Así que con todo el cuidado que pudo, se la quitó para dejarla lejos de su alcance. Ella volvió a reírse entre dientes.

—Kakashi y Rin fueron a verme —murmuró.

—No-no se los pedí.

—Ya sé. Me dijeron que decidiste respetar mi decisión.

—Siempre cumplo mis promesas.

Su mujer, ¿podía continuar considerándola de ese modo?, dejó salir un largo suspiro. Sasuke se percató del enrojecimiento de sus ojos y nariz, de todo el rostro de hecho, y de cuán agotada se veía.

—No todas. Me prometiste que, si me quedaba contigo y no con Morino, sería tuya. —La voz le tembló y debió tragar para recuperarla—. Quizás no con esas palabras; pero fue lo que entendí.

—Perdóname, Sakura, hice todo mal contigo.

—¿Ya no soy tu principessa? —cuestionó en un hilo de voz—. Me gusta cuando me dices así, combina con mi nombre.

Quería que la llamara de nuevo por el mismo apodo. ¿Se trataba de un tipo de señal? Hasta se le recostó sobre el hombro. Aunque no se movió para evitarlo, Sasuke se sintió avergonzado. Le hubiera encantado tenerla así en otras circunstancias; no cuando se veía peor que un vagabundo. Pero a ella parecía no importarle o al menos así lo entendió en el momento en que, tanteando sobre el piso, le buscó la mano para entrelazar los dedos.

—Estoy sucio, principessa. —Mantener el tono bajo parecía lo correcto ahora—. Y apesto.

—Muchísimo; pero yo también, ¿no?, la primera vez. Conseguí mi primer jabón por ti.

La mujer del Diablo | SASUSAKUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora