Capítulo 23

111 14 13
                                    


Sakura estaba furiosa y desencantada de Ibiki. Tan peligroso como podía ser su rencor, ella consideraba que lo era mucho más la decepción; era una mujer simple que perdonaba con facilidad; sin embargo, recuperar su confianza una vez que la perdían... Fue lo bastante estúpida para entregársela en una ocasión al Lobo de los Scarfo; no cometería el mismo error. Ya no más.

Por lo que se dedicó a ignorarlo continuamente sin importar que eso significase el aislamiento. Sin Rin para brindarle su amistad, no tenía a nadie más que Sasuke; pero algunos temas solo se trataban con los amigos y a ella no le quedaba ninguno.

Tampoco se sentía cómoda yendo por ahí, como la zorra de la prisión, ofreciéndole su compañía a todo el mundo. Primero porque lo malinterpretarían, lo cual sería un problema; y segundo porque..., Bueno, no había que ser ciego para saber que estaba en constante peligro dada su relación con el Diablo de La 'Ndrangheta. Si es que acaso podía llamarla así.

Por otro lado, desde el asesinato del Consigliere, Sasuke había estado comportándose tan distinto que la hacía sentir confundida con frecuencia. Por momentos parecía demasiado triste, ensimismado en sus pensamientos, mientras fumaba un Habano en completa soledad. En otros, sin embargo, era como si no le importase, como si Kakashi Hatake no hubiera sido más que un peón insignificante en el tablero de su vida y cuya función llegó a su final.

Pensarlo de aquella manera fría le destrozaba el corazón. Aunque no alcanzaba a imaginar cómo estaría el de Rin.

Eso no era todo —¿para su fortuna o desgracia?—, sino que dos días después del incidente en los comedores, ella fue trasladada a la celda de Sasuke. No preguntó las razones, ni siquiera se preocupó en descubrirlas, sabiendo que no tendría ningún sentido. Como cada cosa relacionada con Diavolo, lo ignoró por el bien de su cordura. Pero no pudo negar que fuera extraño.

Estar juntos la mayor parte del tiempo, ya no como amantes furtivos que jugaban a escaparse para compartir... cualquier cosa, sino como compañeros establecidos y una pareja real, fue más de lo que imaginó. Así, en aquello que llamaría la intimidad de su propio infierno, Sasuke era amable y tranquilo en mayoría, callado, y disfrutaba de simplezas como una buena lectura o documentales en la televisión que pocas veces encendía.

Compartir con él la hacía sentir cerca, tanto que hubiera podido jurar que hasta lograba sentir los latidos de su corazón como propios.

Sasuke la sentaba sobre sus piernas durante minutos en los que se dedicaba a verla a los ojos, sin dobles intenciones y sin tocarla. En otras, la acomodaba junto a él en la cama, entrelazaba sus dedos y escondía el rostro oculto en la curvatura de su cuello, entonces la besaba con ternura, como si estuviera consolándola o disculpándose y le susurraba cuán preciosa era para él.

Sakura atesoraba aquellos momentos, ya que cuando se encontraban rodeados por el resto de las personas en la prisión, él volvía a la áspera piel que lo cubría como una armadura y la alejaba. De nuevo no era nadie más que el sanguinario Don de La 'Ndrangheta, ese al que únicamente le importaban el dinero y el poder y ante cuya presencia temblaba el mismo Satanás. Y, no obstante, todavía continuaba mirándola de soslayo con la misma ternura.

Aquella noche, mientras estaban acostados junto al otro, con los dedos entrelazados, Sasuke buscó sus ojos en la oscuridad. En la profundidad de los de él se encontró dudas y algo similar al temor. Transcurrió tan solo un segundo en el que las propias incertidumbres de Sakura se impusieron antes de que fuera ella quien diera el primer paso.

En libertad, lo hacía con frecuencia. A pesar de no haber mantenido una relación estable desde los veinte, cuando se sintió atraída hacia alguna mujer siempre actuó en consecuencia. Por supuesto, al vivir como un hombre resultaba simple, en especial porque lo consideraban «atractivo». Era lo que debía suceder, ¿no?

La mujer del Diablo | SASUSAKUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora