Prefacio

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Los ojos oscuros de Diavolo, profundos como el infierno, destellaron de escarlata en medio de la noche sin luna ni estrellas. Sakura Haruno trató de mantener la mirada fija en ellos, firme con la poca determinación que le quedaba, sin mostrar expresión alguna.

Las manos de Diavolo le sostuvieron el rostro, fuertes como de costumbre, y sus pulgares le acariciaron las mejillas con esa lentitud que conocía tan bien. En algún momento, aquellas caricias fueron su único refugio en medio del infiero al que fue lanzada sin piedad y en el que Diavolo fue tanto su verdugo como protector. Lo había amado entonces, tanto tanto que le dolía en el alma; pero por muy destrozada que acabara en sus garras, Sakura se entregaba sin dudarlo.

Porque Diavolo había sido su pedacito de cielo en el interminable y sangriento abismo, y ella... Dios santo, ella necesitaba algo bueno a lo que aferrarse, aunque fueran las espinas venenosas de una rosa carnívora como él.

—Has cambiado mucho, principessa —murmuró con aquel marcado acento italiano.

Su voz segura y áspera tocó una fibra profunda en ella, haciéndola estremecerse ligeramente. Sakura respiró hondo y tragó saliva, diciéndose que no debía ceder. Se había esforzado mucho para reconstruir su vida a partir de los fragmentos que él le dejó cuando la echó sin compasión; no podía rendirse ahora. Ya no, nunca más. Así que apartó de un golpe la mano del hombre de su cara y se plantó firme.

—No vuelvas a decirme así, Uchiha.

—¿Cómo debería decirte entonces? —Sus labios se levantaron en aquella siempre arrogante sonrisa de lobo—. ¿agente especial K?, ¿señorita Haruno?

—¡Sakura!, solo... Sakura.

Su poblada ceja oscura se arqueó en una mirada entre sorpresiva y burlona. Algo, muy en el fondo, le dijo que fingía. Para estar ahí frente ella después de tanto tiempo, seguro que debía de saber mucho más que la formalización del nombre que usó en prisión o el cambio de apellido.

—Siempre me pareció hermoso —le susurró sobre los labios—, casi tanto como tú.

—Basta, Uchiha, solo... detente de una vez.

—¿Por qué no dices mi nombre? No usaste mi apellido antes.

—¿Qué quieres?

Diavolo frotó sus narices. Sakura sintió cómo un nudo se le formaba en el estómago al mismo tiempo que las piernas empezaban a temblarle. Sus labios se acercaron de forma peligrosa a los de ella; sin embargo, se detuvieron a escasos centímetros de besarla. El aliento de Diavolo olía a limoncillo; le trajo recuerdos a la mente que creyó haber olvidado. Por un segundo pudo verse a sí misma en la oscuridad, dándole la espalda y gimiendo su nombre mientras él la tomaba entre sus manos, reconociéndola como si fuera una obra de arte.

A pesar de que había sido cruel en público, en ocasiones, cuando nadie miraba... Sakura juró ver amor en sus ojos salvajes, que la consumían todo el tiempo. Naturalmente, ese amor y esa devoción estaban solo en su mente; Diavolo no tenía corazón, y mucho menos sentimientos, no por ella.

En especial, no amor, jamás amor. Se esforzó por dejárselo claro la última vez; todavía le dolía en lugares tan profundos que dudaba que pudiera curarlos.

—Echo de menos a mi mujer —murmuró—. ¿Acaso es tan terrible?

—Entonces, ¿ahora soy lo bastante buena para usted, Don?

—Siempre lo has sido, dolcezza [dulzura].

«No le creas», le dijo su mente al mismo tiempo que se llenaba con imágenes de su vida juntos. La crueldad de Diavolo había sido demasiado hasta para una agente entrenada como ella. Sakura retrocedió lejos de su alcance y se aferró a sí misma para no caerse. ¿¡Cómo se atrevía a insinuar...!?

—¡Ni se te ocurra, Sasuke! —habló al fin, después de un prolongado silencio—. No te permito...

—Cariño, escúchame...

—¡No, escúchame tú! ¿¡Cómo te atreves a venir aquí, secuestrarme y decir esas mentiras!? ¿Acaso se te olvidó todo lo que me hiciste?

Diavolo negó con la cabeza. Su cabello se meció suavemente en el viento nocturno. De no conocerlo mejor, hubiera jurado que había arrepentimiento en su mirada.

—Sé bien lo que hice.

—Lo dudo. Me lastimaste, por Dios, ¡me destruiste! ¿Y ahora vienes a decir...? —Se tragó un sollozo—. ¿Qué más quieres quitarme, Sasuke? Ya no me queda nada.

—Sakura, te amo y sé perfectamente que...

Con una fuerte bofetada, ella lo interrumpió. No caería. Incluso si no usó esas palabras en el pasado, conocía aquella expresión en su rostro y la manera en la que le hablaba para hacerle creer que le importaba. Siempre fue parte de su juego, de aquella personalidad retorcida, y Sakura estaba harta de permitirle hacer lo que deseara.

—Ya no te creo —susurró, después agregó más alto—: No quiero volver a verte, ¡déjame en paz!

Sin esperar una respuesta, le dio la espalda y caminó lejos de él. Hacía tiempo que terminó con el Diablo de La 'Ndrangheta; nada en el mundo cambiaría el hecho.


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'Ndrangheta: es una organización criminal de Italia, cuya zona de actuación predominante es Calabria. La 'Ndrangheta se ha convertido en el elemento criminal más poderoso de Italia y Europa desde los años 1990. Aunque en ocasiones se la asocia incorrectamente a la mafia siciliana, la 'Ndrangheta opera de modo independiente, si bien existen contactos entre ambas dada la proximidad geográfica entre Calabria y Sicilia.

La mujer del Diablo | SASUSAKUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora