Capítulo 3

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La alarma taladra en mis oídos y recuerdo que hoy será un día bastante largo. Mi horario de clases de los lunes resulta ser jornada completa, tiene sus puntos a favor porque paso menos tiempo en casa inventando una existencia perfecta para madre y su esposo, al que parece que amara por sobre toda roca en la tierra y parece que entre esas rocas también estoy yo.

«Si, he aquí mis mommy issues».

Y después de las molestias de ayer dudo que pueda percibirme como algo más que una molestia por estos días. Eso explica el hecho de que me encuentre sola.

Las clases pasan tan rápido como las permite el reloj, el tiempo se vuelve un enemigo bastante notorio a veces. No hay espacios para gritar, eso sería muy gracioso. Quisiera poder ver gente gritar por pura desesperación y luego tal vez acompañarlos.

Desde mi lugar puedo observar a todos, al parecer no hay nadie interesado en lo que está el tutor hablando acerca del desarrollo humano, más que el mismo.

Sin embargo, siento que estoy siendo observada, ya desde hace un rato, lo curioso es que no hay nadie detrás de mí... y ahí está mi comezón en la nuca.

Hay un chico que suele mirarme desde la ventana del salón del bloque al lado del mío, lleva haciéndolo casi tres semanas y gracias a las grandes ventanas que le facilita el esfuerzo, solo empeoran mi estado de ánimo. Le reto con la mirada, que descarado, no retrocede. Me mira muy intensamente.

–– Muy extraño... ¿Qué es tan interesante que no dejas de verme? –– Susurro.

De repente el volumen de las voces se alza y descubro que el tutor ha dejado la sala y los demás comienzan a salir, regreso mi mirada hacia el chico en la ventana de la sala contigua y vualá, no está, pero no me quedo a descubrir a dónde fue. Me apresuro a desaparecer de la vista de todos, el cielo está muy nublado hoy y dado que tengo otras clases en un rato, toda la tarde de hecho, será la luna quien me acompañe a casa o la lluvia.

Me dirijo a los pasillos del ala posterior y más alejada del edificio queriendo estar sola con mis voces internas.

Sin detenerme, me siento bajo el escrutinio de una mirada e inmediatamente escucho suaves pasos detrás de mí, parece que alguien se está esforzando en no hacer ruido y en no perderme de vista, doblo la velocidad en mi andar, pero aún sigue ahí. –– «¡Parece que su objetivo es seguirme!» –– Tomo el pasillo siguiente que está a mi izquierda, este me desvía de mi camino original, visualizo una puerta y reconozco para qué es utilizada, entro en ella. Es la vieja sala de mantenimiento de equipos, olvidada por la humanidad y aguardo hasta que dé la cara mi acosador.

No espero mucho cuando al fin pasa. Y oh sorpresa, ahí está de nuevo, el chico de la otra clase, el observador. No sé qué pretende. Pasa el lugar donde me escondo sin notarme, y agradezco a quien esté escuchando porque no quiero enfrentarlo.

Observo como desaparece entre los pasillos, buscando a alguien a quien ha perdido de vista, su andar es algo tímido.

Regreso al pasillo en mi camino, un tanto reconfortada de aquella previa persecución, debo agradecerle al chico, ha hecho mi tarde un poco menos aburrida. Si se convierte en algo que ya no pueda soportar tendré que pedir ayuda, sé que no puedo dejar que crea que lo que hace está bien, pero no sé a quién contarle y tampoco tengo pruebas de que es él quien no solo me observa por la ventana de nuestros salones, si no durante todo el día en la universidad y tal vez hasta fuera de ella.

Realmente no tengo más que hipótesis sin fundamentos, nadie me va a creer.

Pero por si no fuera poco mi primer encuentro, hay alguien ocupando mi lugar favorito. Tuve que evadir un espeluznante problema solo para toparme con otro. –– «¿Y quién es este hombre?» –– Me refugio en una esquina solo para identificar al usurpador. No parece un estudiante, podría ser un funcionario, ¿Qué lo llevó hasta esta zona? Aquí no hay nada más que espacio abierto de basto verde al horizonte y muchas alas sin uso al ser la parte trasera de la edificación, espacios inútiles.

Mi AcosadorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora