La mañana llegó un poco cargada de buen sol y mucho silencio. Me levanto y siento exactamente el vacío.
Mis queridos padres se fueron sin decir adiós. En realidad, sí estaban emocionados.
Tomo un desayuno ligero antes de dirigirme a las clases que serán solo unas pocas en la mañana, aún recuerdo lo que sucedió en la tarde del día anterior en el campus y no puedo no emocionarme. Vago un poco por esta gran casa, realmente es mucho espacio para solo tres personas que preferirían estar separadas y que la mayor parte del tiempo ya lo están, de hecho.
Entendería que tuviéramos esta casa de nueve habitaciones amuebladas y preparadas a la perfección los trescientos sesenta y cinco días del año porque diéramos la bienvenida a visitas constantes, pero no es así, no recibimos en absoluto.
Es curioso, la majestuosa casa de lujo se alza imponente en medio de un exuberante paisaje, rodeada por jardines meticulosamente cuidados. La entrada principal está flanqueada por columnas que dan la bienvenida con una puerta doble de madera maciza. El vestíbulo con suelo de mármol pulido y una escalera de caracol que asciende hacia los niveles superiores.
La amplia sala de estar, cuenta con muebles de diseño tapizados en telas suntuosas y en las paredes se aprecia una perfecta historia contada por fotos elegantemente elaboradas por un profesional. Grandes ventanales permiten que la luz natural inunde el espacio, revelando vistas panorámicas de los exuberantes jardines.La cocina gourmet, con encimeras de mármol y una isla central que invita a la congregación. Un comedor formal, con una mesa imponente y sillas tapizadas en seda.
Los dormitorios, cada uno cuentan con camas con dosel, baños en suite con bañeras de hidromasaje y duchas de lluvia. Tienen vestidores equipados con iluminación y espejos de cuerpo entero. Hay una sala de cine en casa con asientos reclinables y una pantalla gigante, así como una sala de juegos equipada con mesa de billar y bar. El exterior cuenta con una piscina rodeada de tumbonas y un área de comedor al aire libre con una cocina completa y un pabellón cubierto.
–– He vivido en esta lujosa casa por tanto tiempo y nunca he podido llamarla hogar –– El sol se filtra por los ventanales dando una cálida sensación en el aire y la nostalgia se instala como un huésped sin invitación en mi pecho. –– Al menos mi padrastro hizo instalar la piscina y el cuarto de cine que rara vez se usa, pero siguen ahí gracias al cielo. –– Desahogarme en esta abandonada mansión que carece de afecto suena como un buen plan. Me fijo en la hora que arroja el reloj en la pared y descubro que llegaré tarde si no me cambio en este instante.
Cuarenta minutos más tarde estoy entrando en una carrera contra el tiempo en un salón donde un muy consternado tutor me observa fijamente por llegar tarde y entorpecer su proceso de lavado de cerebro en el cómo las industrias no podrían ser un éxito si no existiera un arma letal llamado contadores, y yo creyendo que había elegido capacitarme en negocios.
Me aproximo a mi lugar habitual al final de la clase junto a la ventana, pero recuerdo vívidamente lo sucedido con mi chico observador y el sujeto del traje. Para ordenar mis pensamientos acerca de lo que debería hacer, decido sentarme en el lugar más alejado de la ventana junto a una chica de cabello largo que no recuerdo haber visto antes, pero estas son clases electivas no es raro ver entrar y salir estudiantes de otras dependencias en tutorías como esta.
No puedo concentrarme en la clase solo por saber si el chico del bloque contiguo estará observando o si se habrá enojado al no verme, por lo que me arriesgo con la chica de cabello negro y largo, le pido que haga algo por mí.
–– Disculpa –– Le susurro haciéndole señas. –– Oye –– la chica gira lentamente viéndome un poco a la defensiva. –– ¿Puedes hacerme un favor? –– me escucho diciéndole.
–– ¿Qué sucede? –– Responde finalmente. Y me encuentro dándole una sonrisa de medio lado mientras el tutor se toma el tiempo en acomodar su presentación siguiente.
–– Podrías acercarte a esa ventana –– Le enseño con mi índice. –– Y verificar si hay algún chico observando en esta dirección, por favor.
–– ¿Por qué necesitarías que hiciera eso, es tu novio o estás metida en algún problema? –– Me mira con algo de dudas y es entendible pues no suelo relacionarme socialmente con nadie, pero no quiere decir que no sepa cautivar a las personas. Estoy estudiando para eso después de todo.
–– Algo así –– Le digo a la chica que no deja de mirar con vacilación, pero algo parece haberla convencido porque está de pie y en dirección a la ventana. Veo como sutilmente cerciora, a la vista de cualquiera podría ser alguien que solo deseaba mirar más allá de la ventana. Da media vuelta y regresa lentamente a mi lado con una pequeña sonrisa.
–– Eso, es más que alguien observando en esta dirección. –– Dice, mientras apunta hacia la ventana un poco risueña. Y ahora tengo ganas de ver de lo que está hablando. –– Hay un alto y sexy chico rubio con una penetrante mirada de ojos verdes hacia acá, más específicamente hacia el asiento vacío de esa esquina. –– «Si, ese es mi chico y si, ese es mi lugar habitual». –– Parece que estuviera esperando a alguien. –– Termina de decir y el ruido de la presentación del tutor hace eco anunciando la necesidad de silencio en el aula, así que susurro un agradecimiento con un guiño y regreso mi atención a la clase.
«¡Así que está esperándome!, y aún no sé qué es lo que quieres, más no estoy muy segura de sí deba insistir en la respuesta».
* * * *
Siete días han transcurrido desde que mis padres tomaron sus vacaciones, no he recibido un solo mensaje y aunque no lo esperaba, acabo de notar que tampoco sé cuánto tiempo estarán por fuera exactamente.
También han sido siete días que llevo evitando a mi chico observador, sé que está ahí, algunas amables personas lo confirman por mí y sigue mirándome desde lejos cuando la hora de salida es marcada por el reloj. Pero ya estoy empezando a aburrirme.
Estoy terminando mi jornada en el campus, pero es algo temprano y no quiero regresar a esa casa vacía, por lo que decido reposar un rato en mi lugar favorito.
Me dirijo por el camino habitual y quince minutos después estoy en la parte trasera del campus dándole un entrañable reencuentro a las bancas y mi espalda. Recuerdo al hombre que se acariciaba en este mismo lugar, tampoco lo volví a ver. Me dejo arrastrar en mis pensamientos hasta que la tarde se torna rojiza y decido regresar.
Aunque tomé la decisión de evitar "el problema" estoy un poco arrepentida. El camino a casa se hace común para llegar solo a dormir y repetir todo al día siguiente. Esta noche dormiré viendo televisión.
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Mi Acosador
RandomMi historia es tan normal como mi maldito nombre, nótese el sarcasmo. Que por cierto, a quien se le ocurre nombrar a su hija Mónaco. Mi madre no tuvo mucha imaginación o ninguna, pero, mi historia tiene algo intrigante también y no es nada más que e...