Deben ser alrededor de las cuatro de la tarde de un sábado y me encuentro luchando contra un muy abultado vestido naranja, que por algún motivo que desconozco le ha encantado a mi madre y por obvias razones detesto.
–– Tus pechos son demasiado grandes niña, arruinas la elegancia de esta hermosa prenda. –– Yo creo que este vestido estaría arruinado con o sin mis grandes pechos, pero ella no está lista para esa discusión. Y este es el milésimo vestido que me pruebo y que resulta ser insuficientemente elegante. Y ya hemos hurgado tienda tras tienda en todo un día.
Salimos del lugar con el resto de las compras hasta ahora. Un poco de maquillaje y unas cuantas cosas que al parecer son de vital importancia para madre. Pasamos por el siguiente escaparate de alguna marca ridículamente pomposa a la que no me molestare en averiguar su nombre y como estamos en medio de esta misión sigo los pasos de mi madre a dentro de la tienda, antes de alcanzarla ya veo la torre de vestidos que ha seleccionado para que me pruebe. Parece que voy a ser una piñata ambulante con tantos colores, creería que la rutina ya debería tenerme acostumbrada pero no es así.
Después de unos largos cuarenta y cinco minutos probando prenda tras prenda y de reflejarse tanto en mi rostro como en el de la chica que nos está atendiendo, empiezo a creer que esta misión será un fracaso cuando madre de un salto nos sorprende y se pone en marcha hasta un vestido negro largo ceñido al cuerpo con un acabado hermoso y sofisticado, cae descubierto en la zona de la espalda hasta las caderas, lo que realmente me tiene sorprendida. Ese no es un vestido que normalmente mi madre elegiría para mí, parece algo más para su elección. Lo toma entre sus manos y lo observa hasta que decide regresar donde nos encontramos y entregármelo.
–– Prueba este, es algo simple, pero creo que funcionará. –– Tomo la prenda e ingreso a los probadores.
Retiro mi ropa una vez más y me visto con el vestido. Aunque prefiero este color y se siente muy cómodo no deja de ser algo que no usaría si pudiera elegir. El frente del vestido refleja la sencillez de la elegancia con sus mangas perfectamente largas hasta cubrir mis muñecas y parte de mi cuello. Realmente no sé de moda, pero puede llegar a gustarme.
Mi respiración está contenida bajo el escrutinio de mi madre para ver si este es el vestido indicado, hasta que con un asentimiento leve da fin a este arduo viaje.
–– Si, este definitivamente funcionará. –– la chica que nos está atendiendo parece dejar salir la respiración que no sabía qué contenía y me encuentro devolviéndole la sonrisa y compartimos en silencio la victoria.
–– Organizaré la prenda para que puedan llevarla, síganme por favor.
Para mi placer, la opción de calzado no fue una larga decisión. Mi madre opto por un hermoso par de zapatos de tacón de aguja negros de zuela roja de su lugar favorito y realmente me gustan.
Al terminar de recoger lo que necesitamos de otros diez lugares de todo el centro de la ciudad, condujimos devuelta a la casa mientras madre me recordaba las normas de etiqueta, los saludos y el no olvidar llamar padre al señor Ritch.
A lo que termino aceptando.
* * * *
La mañana del domingo llegó un poco ruidosa, al señor Ritch no le ha gustado la corbata del traje que escogimos para él, bueno mi madre la escogió, así que es su culpa. Puedo oír cómo están tratando de adivinar qué hacer, cuando escucho a mi madre entrar en mi habitación.
–– Querida ha ocurrido un imprevisto que debemos solucionar de inmediato, vamos a estar fuera por lo que nos veremos en el lugar, iremos en el auto de tu padre así que usa el mío para llegar. –– Arroja las llaves del auto en mi dirección y sale con mucha prisa sin esperar ni una palabra a cambio.
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Mi Acosador
De TodoMi historia es tan normal como mi maldito nombre, nótese el sarcasmo. Que por cierto, a quien se le ocurre nombrar a su hija Mónaco. Mi madre no tuvo mucha imaginación o ninguna, pero, mi historia tiene algo intrigante también y no es nada más que e...