Las visitas de Daniels se convirtieron en mi único vínculo con mis padres durante todo este tiempo.
–– Hola Mónaco. –– Dijo Daniels con su figura delgada y tonificada que destaca en su camisa de vestir. Siempre luce de forma impecable, incluso cuando está en su propia casa. Lo sé porque he estado allí muchas veces. Daniels ha sido algo así como mi niñera desde que llegó a la vida del señor Ritch cuando yo tenía catorce años.
–– Hola Daniels. –– Respondí mientras Miranda baja las escaleras, atrayendo la atención de Daniels con su mirada
–– ¿Pijamada? –– Preguntó con una sonrisa un tanto pícara.
–– Si así le llamas a follar, entonces sí, pijamada. –– respondí, viendo la cara alarmada de Miranda, lo que de alguna manera me hizo reír. Sin embargo, la sonrisa de Daniel logró calmar un poco la angustia del momento. No podría llamar a Daniels exactamente un amigo, pero es la persona que me ha dado consejos a lo largo de mi vida, y por eso lo aprecio. Supongo que se ha vuelto más fácil confiar en él debido a que la diferencia de edad entre nosotros no es tan grande; Daniel solo es seis años mayor que yo. Cada vez que actúa como una especie de niñera, siempre encuentra un momento para compartir una comida y charlar. Ese gesto, aunque no obligatorio, se ha ganado mi confianza.
–– Cámbiate Mónaco, debemos elaborar tu maleta para el evento. Desayunamos en el camino. –– dijo, tomando asiento y dedicando toda su atención a su celular. Ignoró al resto del mundo y me despido de Miranda en la puerta con un beso rápido.
Volviendome hacia Daniel, su mirada desafiante me recibe. Mantuve su mirada, desafiando a hablar, hasta que finalmente cede.
–– Sé que no eres una niña Mónaco y por eso mismo tengo que decirte lo sexy que te ves despidiendo a tu noviecita en la puerta después de follar toda la noche en una casa sin padres. –– Sus palabras me dejan completamente desconcertada. No esperaba ser juzgada por él, especialmente porque sé que sale con hombres. Había anticipado una advertencia sobre mis padres, pero esto fue completamente inesperado.
–– ¿Pero tú eres gay Daniels, o no? –– Pregunto, tratando de entender.
–– Ser gay no te hace ciego niña y para responder a tu pregunta, prefiero a los hombres, pero algunas veces me atraen las mujeres. Yá, ve a cambiarte, y ponte algo que tu madre apruebe por favor, pasaremos por sus tiendas de lujo favoritas y se asegurará de saber si estuvimos ahí.
–– ¡Oh!, creí que eras exclusivamente gay. –– murmuro, ignorando todo lo relacionado con mi madre y sin saber muy bien qué decir ante ese primer comentario. No me molesta en absoluto; de hecho, es un poco halagador. Ver a Daniels desde esa nueva perspectiva cambia las cosas, y para mejor, quiero decir.
–– Vístete Mónaco. Ya habrá tiempo para descubrir nuestras poses favoritas en el sexo. –– dice Daniels.
Continuo hacia mi habitación con un nuevo entendimiento sobre mi querida niñera. Era un hombre atractivo que prefería a los hombres, pero que me encontrara sexy mientras besaba a mi novia, como él la llamaba, aumentaba mi confianza.
Regreso con Daniels, quien nos guía a través de lo que probablemente será un día completo de compras para adquirir los trajes necesarios, incluyendo pijamas y prendas formales, para el viaje. Eso es lo que implica salir de compras con Daniels y gastar el dinero del señor Ritch. La meticulosidad que caracteriza al asistente de mi padre lo convierte en un hombre increíblemente eficiente y agradezco a Dios que también tenga buen gusto.
–– ¿Así que soy sexy? –– le pregunto en el auto, rompiendo el silencio entre nosotros.
–– Por favor niña, te enseñe a usar lápiz labial. Me decepcionaría donde no lo fueras. –– Responde mirando de reojo.
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Mi Acosador
De TodoMi historia es tan normal como mi maldito nombre, nótese el sarcasmo. Que por cierto, a quien se le ocurre nombrar a su hija Mónaco. Mi madre no tuvo mucha imaginación o ninguna, pero, mi historia tiene algo intrigante también y no es nada más que e...