Desde mi lugar en el aula observo a Mi llegar e ir directamente justo a mi, me obsequia un beso en la mejilla.
–– Hola Mo. Estoy tarde. –– Menciona apurada tomando asiento a mi lado.
–– No te has perdido nada interesante. –– A cada segundo la sala se llena de estudiantes. Por el costado de mi visión registro movimiento, lo que me lleva a girar por instinto.
El movimiento viene del aula vecina, conectadas por ventanales de cristal a techo que dan vista directa a la fuente donde algunos otros descansan y esperan. Pero lo único que me atrae es el chico que solía mirarme con tanto interés, lleva unos días ignorando la que era su rutina favorita. Pensar de esa manera me hace sentir como una persona egocéntrica.
Miranda llama por algo en la tutoría y regreso mi atención. Desde aquel día hemos considerado la proximidad como parte de nuestras actividades juntas, por así decirlo. No lo llamamos algo más que eso, sexo consensuado por mujeres adultas. Ambas nos divertimos sin esperar algo a cambio.
Esa ha sido la rutina en los últimos días con mis padres aun en sus vacaciones. Las clases, algunas salidas con Mi a pasar el rato, a casa y por supuesto mucho sexo. Aunque todo esté yendo aparentemente bien, no dejo de pensar que algo no se siente como debería. Y no es solo el hecho de que mi chico observador parece ignorarme ahora.
Me excuso de Mi en el receso de las clases para ir a mi lugar pacifico, el cual debe estar tranquilo si todo ha terminado.
–– Nos vemos luego Mo. –– Miranda besa mi mejilla y se despide de mí.
Me aparto del camino principal del campus y tomo la salida del pasillo que lleva al campo libre de la parte trasera. Paso de la gente y me adentro en la soledad para sentir como es dejado atrás el ruido. Me toma unos diez minutos en llegar hasta esa área olvidada. Y como lo esperaba se encuentra completamente solo.
Dejo escapar el aliento que retenía, tal vez si esperaba ver algo o alguien. No lo sé. Arrastro mis cosas junto a mí y me dejo ir con la brisa y la tarde. El viento mueve las ramas de los árboles y las flores a mi alrededor. Me recuesto sintiéndome somnolienta, no quiero regresar a una casa vacía carente de vida por lo que sería mil veces mejor pasar el rato aquí.
* * * *
El sentimiento de estar acompañada recorre mi mente y recuerdo estar recostada tomando sol, sola.
Me incorporo para vagar mi mirada por todo el sector, no veo nada aun con mis lentes, pero ahí persiste mi piel de gallina. Alguien me observa y no desea dejarse ver. El sol ya está cayendo y es hora de regresar. Al girar para tomar mis cosas noto la bebida que alguien ha dejado justo a mi lado. Por un momento quiero creer que es Miranda, más nunca la he traído a este lugar.
La tomo de su lugar para descubrir la nota adherida a ella. «Estoy muy feliz de que no le hayas enseñado nuestro lugar a esa mujer»
Recojo mis cosas y salgo rápidamente, mis pies arden por llegar a casa. Siento ojos sobre mí todo el tiempo, como con hambre. No es la sensación que me da mi chico cuando me está observando. Siento que debo huir.
Al salir del campus y tomar la dirección a casa, creo que todo es un poco más tranquilo hasta que percibo el auto negro, mismo que observe estacionado a fuera del campus y muy parecido a aquel auto negro que ya había visto antes. Vaga demasiado despacio como para no ser obvia la idea de seguirme. A este punto los nervios me superan, me detengo en la acera para detener el primer taxi que pasa.
El recorrido extremadamente corto me deja en el portón de casa, ingreso rápidamente y me aseguro de cerrar y de que esté activo el sistema de seguridad.
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Mi Acosador
RandomMi historia es tan normal como mi maldito nombre, nótese el sarcasmo. Que por cierto, a quien se le ocurre nombrar a su hija Mónaco. Mi madre no tuvo mucha imaginación o ninguna, pero, mi historia tiene algo intrigante también y no es nada más que e...