Capítulo 5◆

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A la mañana siguiente, Hermione había empezado a preparar en la cocina antes de que llegaran los demás trabajadores y fue emboscada en cuanto la encontraron allí, instándola a derramar el té.

"Hermione, ¿qué pasó?"

"¡Cuéntanoslo! Oh, ¡me muero de la emoción!"

"¿Cómo te fue? ¿Qué te ha dicho?"

"Nada, señoras", respondió ella.

"¿Nada?" Todas se quedaron confusas, creyendo que debía de haberle roto el corazón lo que supusieron que era indiferencia por parte del australiano.

"Mi fiambrera fue entregada a la persona equivocada", explicó, "otra persona se la comió y quizás le gustó...".

"Pero eso no es..."

"Oh, querida..."

"¿Quién era?"

Mamá Jenny se tambaleó y resopló al entrar entonces en la cocina. "¿Me he perdido algo? Lo siento, estaba cambiando el pañal del señor Calombaris..." Las mujeres la pusieron al corriente de los detalles que por casualidad ya conocía y también expresaron su reproche de que Hermione hubiera fracasado en su intento de seducir al apuesto galán. "No importa. Nuestra Hermione no es de las que se rinden tan fácilmente", frotó los brazos de Hermione en señal de ánimo. "¿Entonces? ¿Qué haremos hoy?"

"Pasta de gambas con col rizada", le informó con una sonrisa radiante, "la estoy haciendo al estilo griego".

"¡Oh, maravilloso!" Mamá Jenny comentó. "Asegúrate de decirle a Tito que esta vez se lo entregue a la persona correcta". Dijo una de ellas, mientras empezaban a ponerse los delantales y a encender los fogones para el comienzo de sus trabajos de ese día.

Hermione se limitó a sonreír mientras cortaba los tomates en dados y despalillaba la col rizada, porque sabía que le iba a decir a Tito que se lo entregara exactamente a la persona a la que le había entregado la fiambrera el día anterior. Tenía algo que transmitirle a esa persona y había redactado cuidadosamente una nota para ella, escribiendo y raspando las palabras que había elegido decir, lo que le había llevado casi toda la tarde anterior.

 Tenía algo que transmitirle a esa persona y había redactado cuidadosamente una nota para ella, escribiendo y raspando las palabras que había elegido decir, lo que le había llevado casi toda la tarde anterior

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Severus Snape estaba trabajando en su despacho como de costumbre cuando le depositaron de nuevo la fiambrera rosa, el repartidor Tito la dejó sobre su mesa con un ruido sordo y continuó su camino. Se había quedado bastante confuso cuando Hermione le había pedido específicamente que se la diera a la misma persona a la que se la había dado el día anterior, pero se había encogido de hombros, sin querer pensar más en ello, considerando que no era asunto suyo.

Snape tenía la mirada clavada en la caja que estaba al borde de su escritorio. Aún no había sonado la campana que anunciaba el descanso para comer, pero se sentía curioso como un niño, deseando echar un vistazo al interior.

"Buenas tardes, señor."

Snape se distrajo al levantar la vista hacia la voz y gimió. Neville había vuelto con su energía contagiosa y su sonrisa vejatoria. "¿Qué tal?" preguntó, a lo que se limitó a recibir un asentimiento de vuelta. "Me pidio que viniera hoy-"

𝗨𝗻𝗮 𝘃𝗲𝘇 𝗺𝗮́𝘀 | 𝗦𝗲𝘃𝗺𝗶𝗼𝗻𝗲Donde viven las historias. Descúbrelo ahora