Capítulo 18◆

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Hermione se puso en pie tambaleándose cuando aterrizaron en la playa, frente al acantilado donde se encontraba la casa de Snape. "¿Estás bien?" le preguntó él al verla tropezar y se apresuró a cogerla y sujetarla.

"Sí", dijo ella enderezándose, "Sólo que... no creí que fueras a aparecer aquí...".

Alguien está ansioso...

"No te preocupes, nadie nos vio", aseguró él. Volvió a haber una pequeña pausa incómoda mientras se miraban fijamente. Luego levantó la mano y se la tendió a ella para que la cogiera. "¿Vamos?"

Ella asintió y le puso la mano encima. Era cálida y suave, y sus dedos se cerraron sobre los de ella con la delicadeza de una mariposa. Ella levantó la vista, pero él ya se estaba moviendo, guiándola por los escalones para subir la colina y llegar a su porche. Todavía estaba midiendo su expresión cuando le soltó la mano y abrió la puerta para que ella entrara primero.

Ella no dijo nada y él tampoco; se limitó a mirarla con más paciencia de la que ella le había visto nunca. Tragó saliva antes de entrar, con él detrás. Miró a su alrededor; el lugar tenía el mismo aspecto que la última vez que había estado allí, sólo que ahora la situación era muy diferente. Él también entró y cerró la puerta tras de sí, dejando claro que ahora estaban solos en la casa.

Se quitó el abrigo y lo colgó, aclarándose la garganta en voz baja, con cuidado de no sobresaltarla. Volvió la vista hacia él y lo encontró observándola de nuevo con la misma paciencia suave y gentil que le decía que podía marcharse si quería, sin consecuencias.

Entonces, bruscamente, cansada de preguntarse, preocuparse y dudar de todo sobre sí misma, se abalanzó sobre él y quizás al mismo tiempo él también lo hizo, ya que no tardó en corresponderle. Volvieron a abrazarse y sus bocas lucharon por apoderarse de ella.

Ella introdujo las manos en su pelo, sorprendida de encontrarlo sedoso y suave, y él la agarró por la cintura y la atrajo hacia su cuerpo. Sus labios, su lengua, su aliento se entrelazaron con los suyos y ella gimió en su boca mientras él la besaba cada vez más profundamente. Le tiró del labio inferior, chupándoselo, y ella le metió la lengua en la boca, sumergiéndose en su rico sabor.

Se detuvo un momento para tomar aire y sus manos trataron de desabrocharle torpemente los botones del chaleco y, después de librarse de él, lo tiró al suelo, a punto de centrarse en su camisa, pero él enganchó los dedos bajo su barbilla y la giró hacia arriba para poder poseer su boca una vez más. Ella le rodeó los hombros con las manos, mientras las de él bajaban para apretarle las nalgas por encima del vestido. Ella jadeó en su boca, pero se dio cuenta de que estaba más excitada y separó más los labios, instándole a continuar.

Empezó a empujarla para avanzar hacia el salón, donde la empujó contra el sofá. Ahora fue a por su cuello, atacando la delicada piel de la base de su garganta, que palpitaba de necesidad. Mientras la mordía, la besaba y la lamía con la lengua, ella se inclinó hacia atrás hasta quedar casi tumbada en el sofá, con la cabeza apoyada en los cojines y él encima de ella, manteniéndola cautiva. Tenía los ojos cerrados, sus dientes salían para rozar sus labios ante las sensaciones que empezaban a recorrerla, pero de repente los abrió, mirando al techo.

Había otra sensación que le subía por el pecho, una sensación abrumadora que la dejaba sin aliento y jadeando. El estómago se le apretó, el aire se le salió de los pulmones y trató por todos los medios de tomar aire. Sus labios se habían acercado a su mandíbula, besándola suavemente, abriéndose paso hasta sus labios, pero ella se movió un poco, empujando su pecho, deteniéndolo.

"Um, Severus... necesito ir al baño," dijo ella, un poco vacilante, "¿Puedo usar tu baño?"

Él parecía un poco desaliñado pero se detuvo inmediatamente, se sentó y la miró. "Claro. Está al final del pasillo".

𝗨𝗻𝗮 𝘃𝗲𝘇 𝗺𝗮́𝘀 | 𝗦𝗲𝘃𝗺𝗶𝗼𝗻𝗲Donde viven las historias. Descúbrelo ahora