𝗨𝗻𝗮 𝘃𝗲𝘇 𝗺𝗮́𝘀 | 𝗦𝗲𝘃𝗺𝗶𝗼𝗻𝗲

Capítulo 16◆

Hermione se había hundido en una silla y Snape estaba de rodillas frente a ella, imitando su acción de hacía unas semanas, cuando ella había aparecido allí por primera vez y había necesitado su ayuda con su pierna magullada, pero ahora, sus ojos estaban clavados ansiosamente en su rostro mientras ella casi lloraba.

"Estaba bien cuando me fui esta mañana...", decía, "No sé qué ha pasado... Dicen que ha dejado de respirar de repente. Debe haber algo que se pueda hacer. Seguramente... debo ir. Tengo que volver..." Sus ojos consternados se posaron de repente en Snape, que la escuchaba atentamente, intentando pensar en cómo podría ayudarla. "¿Vendrías conmigo? ¿Por favor?"

"Por supuesto", dijo él, sin soltarle la mano. Ella sacó fuerzas de ese agarre y se estabilizó. "Debería... probablemente debería decírselo a Neville... yo..."

"No te preocupes por eso ahora", dijo Snape, levantándose, "yo hablaré con él. Recoge tus cosas y prepárate para salir en dos minutos".

Con eso, se marchó rápidamente para ir a buscar a sus anfitriones y explicarles la situación antes de volver con Hermione, que se había secado las lágrimas y lo esperaba junto a las puertas. Se alejaron unos pasos de la carpa nupcial hasta un lugar apartado, desde donde se dirigieron juntos a Koufonisia.

Por suerte, Mama Jenny y los demás estaban demasiado angustiados como para preguntarse cómo habían conseguido llegar tan rápido a la casa de campo a los pocos minutos de enterarse de la noticia, pero a los dos se les ocurrió decir que ya estaban de vuelta cuando recibieron la llamada, por si alguien sospechaba algo. El lugar ya empezaba a llenarse de gente, vecinos y otros miembros de la comunidad que venían a ver qué pasaba y si se podía hacer algo. Nada más llegar fueron recibidos por los fuertes lamentos de la mujer del pescador y Hermione se dedicó de inmediato a consolarla mientras Snape se afanaba en examinar al paciente.

Se quitó la chaqueta y se aflojó la corbata mientras comprobaba el pulso, los ojos y la respiración del anciano, pero éste parecía no responder en absoluto. Miró a Hermione y ella pudo deducir por su rostro que sus peores sospechas eran ciertas. Se la llevó a un lado y le dijo: "Me temo que ha fallecido... pero no soy médico titulado. Creo que tenemos que buscar a un médico de verdad que pueda firmar un certificado de defunción".

"¿Quiere que le acompañe?", preguntó ella.

"No, está bien. Yo llevaré a Tito", dijo, "Tú quédate con la Sra. Calombaris. Te necesita".

Se marcharon para traer a un médico de otra isla y empezaron a llegar más dolientes, mientras Hermione abrazaba a mamá Jenny, que estaba sentada en el suelo de su patio, pronunciando palabras erráticas y llorando sin sentido. Aparte de sus sollozos frenéticos, reinaba el silencio sombrío que se produce en presencia de un cadáver, con sólo algunos susurros volando alrededor y tristes chasquidos de lenguas ante la pérdida de un ser querido.

Permanecieron un rato en silencio mientras Mama Jenny parecía haberse controlado un poco y contemplaba el cuerpo de su marido inmóvil en la cama. "¡Tengo hambre... oh ourania (oh cielos)! Se me antoja un poco de saganaki ahora mismo...".

Hermione la miró y se sintió triste; la mujer no estaba en sus cabales o debía estar tan agotada de haber servido a su marido durante tanto tiempo que ahora que él se había ido, se sentía sin propósito y sólo deseaba sofocar el dolor de su corazón saciando el dolor de su estómago.

Continuó medio riendo, medio llorando: "Esta mañana no he comido nada... le estaba preparando la comida, cuando... cuando...".

Hermione se alisó el pelo que se le había alborotado y se secó más lágrimas de las mejillas regordetas. "Siempre estuve preocupada, ya sabes, de... de lo que me pasaría a mí, cuando él se haya ido... él estaba tan mal, tenía tanto dolor... Pero ahora que se ha ido, sólo siento hambre..." continuó, delirante, "Él está aliviado ahora, ¿no crees? Está libre de todo ese dolor... ¿Qué piensas? ¿Le importaría...?"