Estaba ahí, en una oscuridad inmensa y de pronto una voz cálida me llamó:
"¿Te sigue agradando tu deseo?"
Llegó la brisa azul y comenzó a tomar mi silueta. Era molesto cuando ella intervenía en mis sueños, pero no tenía la fuerza para evitarla.
—...Largo.
"Bien..., ¿por qué no reflexionas más sobre eso?",soltó una ligera risa y la brisa se expandió por toda la oscuridad, cambiando el entorno. "Te va a gustar lo que te mostraré"
Vislumbre la habitación, de inmediato reconocí este recuerdo, era cuando aún no tenía vida.
Lía me abrazó como siempre, me senté a su lado con ayuda de Selene, quien de manera cuidadosa me empezó a trenzar mi cabello. Roma nos contaba una vieja anécdota del jardín de las maravillas:
—¡Vi al Hombre Sombra, es real! —exclamó Roma, con la emoción evidente en su voz, como si intentara convencer a las demás.
Estábamos todas sentadas en círculo, compartiendo un tazón de galletas que el chef imperial solía preparar especialmente para Lía.
—Roma, ¿Qué tan segura estás de que era el hombre sombra? —cuestionó Selene con curiosidad, seguía trenzado mi cabello y le gustaba contemplarlo por ratos.
—Seguramente era un esclavo escabulléndose, no te hagas historias locas —anunció Adara con una nota de desaprobación en su voz y arrugando su nariz.
Roma bajó sus cejas y negó con la cabeza.
—¡Es real, se los juro! —insistió, balanceándose hacia Adara con vehemencia.
Un escalofrío me recorrió al escuchar el nombre "Hombre Sombra". ¿No podían haberle dado un nombre menos perturbador? Después de todo lo del "oki-doki", el monstruo que se llevaba a las muñecas, ahora aparecía este nuevo nombre.
Roma jugó con la luz de una vela bajo su barbilla. Aunque la habitación no estaba completamente oscura, el ambiente era lo suficientemente inquietante como para que incluso Selene temblara ligeramente.
Todas se acercaron cuando Roma hizo un rostro serio, tal vez se la pasaba jugueteando y sacando filo a su daga, pero cuando su rostro estaba serio, lo mejor era escuchar sin interrumpir.
—El Hombre Sombra, cuando Mirabel nos enseñaba las partes del palacio, escuché un ligero lamento. Temí que alguien estuviera en peligro, así que saqué mi daga y seguí el sonido... Pero de pronto me perdí.
El rostro de todas se relajó al romper el ambiente de suspenso, y suspiraron al unísono, lo que hizo que la vela se apagara.
—No es de extrañarse, siempre te metes donde no te llaman —comentó Mirabel con tono burlón.
—Shhh... Mirabel no interrumpas, se pone interesante —dijo Lía balanceando su mano, había quedado atrapada por la curiosidad.
Roma enderezó su espalda como una regla y con una media sonrisa continuó.
—Continuaré, por el bien de su majestad —expuso Roma tosiendo un poco para aclarar su voz—. Cuando me perdí, de alguna manera llegué al jardín de las maravillas. No creí que algún día iba a llegar a estar tan cerca del jardín, sus muros eran altos y cubiertos por enredaderas con pequeñas flores blancas. Encontré una de sus tantas entradas, era un arco de flores anaranjadas.
—Cempasúchil —irrumpió Ana—. He visto esa entrada.
—Si, si, eso—respondió Roma—. El lamento se escuchaba a unos pasos de aquel arco, entre siguiendo el camino de piedras. Era encantador, con arbustos de gardenias y pequeñas estatuillas de personas de la nobleza. Mi curiosidad me empujaba a adentrarme más, pero justo debajo de un árbol de hojas perenne, vi una figura recostada.
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YO SERÉ TU ESPADA
FantasyEn el palacio imperial reside en el cuarto verde, una hermosa criatura creada por el Emperador, una criatura que nunca debió tener vida. Así reza el rumor en Ruenia, pero conozco la verdad de quién soy. Mi memoria se remonta a mi creación y hasta el...