—Yo solo quería saber... —Era la voz del niño.
Me levanté del suelo con cuidado, moviéndome poco a poco para no perturbar al niño al otro lado de la puerta. El sonido metálico de la cadena resonó suavemente en la habitación, mientras me deslizaba de rodillas hacia la rendija.
—Respira, respira, no es cosa de niños tener miedo —dijo con incertidumbre—. Yo... no te tengo miedo, pero...
"No es cosa de niños tener miedo". Reconocí esas palabras como algo que Óscar diría. Conocía al príncipe desde su nacimiento, aunque yo no había cobrado vida en ese entonces. Recordaba vívidamente a Lía, postrada en su cama, llorando sin cesar después de dar a luz.
Hacía mucho tiempo que no hablaba y siendo sincera, no me apetecía. No estaba cumpliendo con mi propósito, ¿qué necesidad tenía de hablar?
Moví mi tobillo haciendo ruido con la cadena. mientras observaba a través de la rendija, lo único que podía vislumbrar era una sombra, esta vez no venía acompañado. El príncipe, con su voz insegura pero decidida, continuó.
—¿Re-realmente estás viva? —Era obvio que se moría de miedo, pero debo admitir que era valiente.
Esa era una pregunta que a menudo me hacía a mí misma. Aunque sabía quién me había dado vida, seguía sintiéndolo como algo increíble.
Dejé que la cadena hiciera un ligero tintineo como respuesta. El príncipe rió nerviosamente al escuchar el sonido, y yo, contagiada por su risa nerviosa, no pude evitar soltar un pequeño sonido de risa también. Me tapé rápidamente la boca con ambas palmas y enderecé mi cuerpo, pero aun así escapó un pequeño "tomp".
Todo se quedó en silencio por un momento. Luego, escuché su respiración agitada mientras trataba de calmarse. Sentí la necesidad de disculparme de alguna manera, pero solo pude mirar a través de la rendija, esperando que no se asustara aún más.
—¿Cómo te llamas? —preguntó con cautela.
¿Acaso no ya lo sabía? En primer lugar, ¿a qué había vuelto? ¿Quería algo de mí? Me quedé en silencio, contemplando las preguntas sin respuestas claras.
—Yo... yo me llamo Luan.
Lo sabía a la perfección.
—El tuyo es Blode, ¿verdad? —suspiró, tratando de romper el silencio tenso. —¿Puedes hablar?
Dirigí mi mirada hacia el cuarto y solté un suspiro apenas perceptible. Este no es mi propósito. Decidí darle la espalda a la puerta, enfrentando las sombras que se proyectaban por la rendija.
—¿No te sientes sola ahí? —preguntó con delicadeza.
Era una pregunta difícil de responder. ¿Acaso no era obvio? Estar encerrada tanto tiempo no era precisamente agradable, pero había aprendido a aceptar mi cadena y mi cuarto como mi única realidad. El mundo exterior era aterrador. Si los rumores sobre Lía fueran ciertos, ¿me aceptaría de nuevo?, solo necesitaba cumplir con mi propósito pero antes que eso, yo seguía siendo propiedad del Emperador. ¿Qué haría conmigo si saliera de aquí? Me aferré al suelo del cuarto, resistiéndome a la idea de abandonarlo.
—La Emperatriz...—dijo con pausa —Ella escribió bastantes cartas en secreto para mí, estoy seguro que lo sabes porque siempre estabas con ella.
Giré la cabeza hacia la puerta y moví mi tobillo, haciendo tintinear la cadena para mostrar mi interés. El príncipe continuó hablando como si reflexionara en voz alta.
—Ella es muy diferente a la persona que escribió estas cartas. En algunos pasajes habla de ti. La Emperatriz actual es una mujer terrible que me odia, y yo también la odio — en su voz percibí dolor.
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YO SERÉ TU ESPADA
FantasyEn el palacio imperial reside en el cuarto verde, una hermosa criatura creada por el Emperador, una criatura que nunca debió tener vida. Así reza el rumor en Ruenia, pero conozco la verdad de quién soy. Mi memoria se remonta a mi creación y hasta el...