CAPÍTULO 7: Un dibujo.

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Habían pasado un par de días desde la última vez que el príncipe había hecho una de sus visitas recurrentes, y su ausencia me mantenía inquieta. Si lo entendió, claro que lo hizo, él lo confirmó.

Me encontraba recostada en el manto de Selene, el suave roce de la tela me reconfortaba mientras ella trenzaba uno de mis rizos. Afuera, el ligero rocío de la lluvia contra las ventanas creaba una melodía constante.

—Así que, ¿cuándo me dirás? —dijo Selene, con una sonrisa que delataba su conocimiento.

Fingí ignorar sus insinuaciones, enfocando mi atención en juguetear distraídamente con mis dedos. La evasión fue obvia, y Selene dejó de trenzar mi cabello, soltando un suspiro antes de continuar.

—Es peligroso. No deberías acercarte, o mejor dicho, ¡no debería acercarse a ti! Estoy segura de que es igual a su padre.

—Es muy diferente a su padre... —murmuré, apenas audible, sin querer enfrentarla directamente.

—¡Ah!, ahora que ha estado merodeando por aquí, te agrada —dijo Selene, mostrando una clara molestia—. No sé cómo logra llegar hasta aquí sin ser visto por los guardias, pero su aroma a humano asqueroso lo delata.

—¿Su aroma? —pregunté confundida—. ¿Acaso huele tan mal que se percibe en el pasillo?

—No, bueno... me refiero a sus pasos, sus zapatos dejan rastros de tierra. Por eso supe que había estado aquí —aclaró Selene nerviosa—. No quiero que esté cerca de ti, no traerá nada bueno.

—Es amable y le gusta dibujar conmigo, aunque yo no dibuje nada —añadí

Selene frunció el ceño, claramente preocupada.

—El Emperador finge ser amable, Blode. Todos saben que es todo lo contrario, y su hijo siempre está con él. ¿Qué te hace pensar que él será diferente?

Me levanté de golpe de su regazo, mi cuerpo se volvió tenso y tembloroso. Mientras ella estaba en el suelo la miré fijamente, buscando algún atisbo de comprensión.

—¡Basta! —grité, sintiendo cómo mi boca temblaba—. No me gusta estar aquí, pero afuera es aún peor. ¡No entiendes nada! No es como si pudiera elegir quién viene a verme aquí

—¿Y qué crees que su padre, el Emperador, haría si descubriera que su hijo se está mezclando con alguien como tú? —replicó Selene con voz baja pero firme—. No quiero ni imaginar las consecuencias.

Y yo tampoco.

Selene retrocedió ligeramente, sorprendida por sus palabras. Una expresión de disculpa se formó en su rostro mientras extendía las manos hacia mí, tratando de calmarme.

—Lo siento, Blode. No quería preocuparte —su voz era suave y conciliadora—. Pero debes entender, el Emperador y su círculo no son personas en las que debas confiar.

Respiré hondo, tratando de controlar mi cuerpo y antes de que pudiera hablar Selene continuó.

— Sé que esta situación no es justa para ti. Pero debes ser cautelosa. Si el príncipe puede entrar aquí tan fácilmente sin ser visto, ¿quién más podría hacerlo?

Me quedé pensativa, sintiendo el peso de sus palabras. ¿Realmente estaba en peligro por permitir que el príncipe siguiera visitándome?

—Te sacaré de aquí pronto —espetó Selene de repente, levantándose con determinación y posando sus manos firmemente en mis hombros—. Solo con ellos estarás segura, no con el mundo de la realeza y tonterías mundanas.

Selene y yo nos quedamos en silencio por un momento, solo el sonido de la lluvia contra las ventanas llenaba el aire.

—¿Con quiénes? —pregunté, sorprendida—. ¿Acaso serán...?

YO SERÉ TU ESPADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora